domingo, septiembre 13, 2009

PERDIENDO EL RUMBO (LA CIENCIA ESTÁ DESBARRANCANDO)

Creo que alguna vez se dijo aquí, pero no está de más analizarlo de nuevo: la ciencia perdió el rumbo.
Se desaprovechó una oportunidad fenomenal en el ámbito de la investigación. Pero primero pongamos un orden: la parte de investigación médica va muy bien. Hay unos avances increíbles y, si las condiciones son favorables, se seguirá trabajando mucho en ese aspecto. Hay dos grandes desafíos allí: las enfermedades autoinmunes y las enfermedades neurológicas. La libre investigación con células madre permitirá encontrar curas a enfermedades hasta hoy imposibles de erradicar y que sólo pueden ser apaciguadas por lapsos (por suerte cada vez más largos), pero todavía incurables. Parece extraño (es ridículo) que aún haya impedimentos para trabajar en la cura, por ejemplo, del parkinson. Sin embargo muchos grandes hombres y mujeres siguen investigando y van por buen camino. Quizás en diez años se pueda anunciar algo enorme con respecto a esos temas.

Pero lo que está completamente descaminado, y parece que va seguir así largo tiempo, es el desarrollo de investigación tecnológica. No la que se une con la parte médica (hace 30 años los avances de diagnóstico por imagen eran impensados), si no lo que respecta a la tecnología cotidiana.

Escribí al comienzo que se desaprovechó una oportunidad; fíjense: el cine, primero mudo, luego con sonido; de la radio a galena a la de válvula y después a transistores. La televisión en blanco y negro y luego en color; después el plasma y el LCD (primera evidencia de la falla). Del disco de pasta al vinilo, el casette y el compact disc; luego el laser disc (segunda falla). El mp3 (falla), mp4 (gravísimo). Video tape al dvd (acierto que redime el infructuoso laser disc). Microondas, computadoras, internet (gran acierto). Pero aquí viene el problema que deja en evidencia todas las fallas: teléfono celular.

Los técnicos, científicos, investigadores, diseñadores, perdieron el tiempo en el desarrollo superlativo de algo que no da para más. El límite necesario era el mensaje de texto, un gran avance, pero no se rindieron y siguieron y siguen con accesorios innecesarios: fotos, música, linternas, juegos, conexión a la red, televisión, radio, todo en un teléfono. El I-Phone es la muestra de ello y todo lo anterior: a cosas que ya están inventadas y que no necesitan más, se les agregan detalles que exceden a su función. Esto se demuestra también con el ejemplo del televisor: ¿para qué el plasma? Si la televisión ya puede ser gigante y color, ¿para qué insistir?

¿Realmente un teléfono necesita un reproductor de video? Ese afán de sumar y sumar fue lo que hizo inventar el laser disc, algo tan innecesario que fue un fracaso rotundo.

Y en esa concentración del rebusque, en esa pretensión de agregar todo a una sola cosa, se perdió el camino ante lo que era el próximo paso, casi por descarte: la teletransportación. Luego del mensaje de texto, había que dejar al teléfono tranquilo y empezar a trabajar en otra cosa. Pero no, siguieron y siguieron con el asunto teléfono y se olvidaron de que viajar de aquí a Japón lleva 24 horas. No es divertido viajar en avión, lo divertido es pilotearlos, no ser pasajero.

¿Por qué muchos no hemos ido a Japón o a Australia o incluso a Catamarca? Porque lleva tiempo. En cambio, si existiera la teletransportación, podríamos ir a Verona para saludar a alguna chica en un balcón, o a tomar un café en Leningrado y estar de vuelta en Buenos Aires a la noche para ver una gala del Colón.

La teletransportación es importantísima. Hay que investigar y trabajar en eso. Basta de perder el tiempo con los celulares (que no tienen pastillero, por ejemplo. Se podría abrir y ahí guardar pastillas según los días. Ahí les regalo una idea a los tontos que trabajan en el diseño de teléfonos inservibles).
Basta de agregar cosas a lo que ya existe. Es tan sonso como inventar una heladera con tres frezeers de temperaturas diferentes.

Claro que la teletransportación tiene dificultades. Ya hemos visto lo que le pasó a Jeff Goldblum en la afamada película “La Mosca”. Eso se evita con una máquina que diga “guarda, que entró una mosca. La transportación no puede efectuarse”. Y entonces para evitar inconvenientes, el equipaje, por ejemplo, se manda primero, y después viaja uno. Pero no se va a llegar a eso si se sigue perdiendo el tiempo.

Sí a la tecnología útil. Teletransportación ya.

Nota: mientras escribo esta crónica estoy viendo una versión color de los años 50´s del Fantasma de la Opera. ¿Por qué usaba una capa? No tenía necesidad de usarla. Qué raro, ya nadie usa capas.
A mí me gustaría ser cantante de ópera para cantar el coro “Amanti Constanti”, de Las Bodas de Fígaro” donde en verdad los hombres entran en el estribillo, y luego en la segunda estrofa ya cantan como segunda voz, en coros en octavas y terceras, siguiendo la vos principal de las mezzosopranos.
Si fuera cantante de ópera, usaría capa, sí señor.
Pero ese tema para otro post: las óperas. Ya hablaremos de eso. Mejor todavía: el estrecho vínculo entre la capa y la ópera.

Insisto: teletransportación ya, para poder ir a ver cantar a la hermosísima Elena Belfiore en alguna ópera en Italia.

1 comentario:

Guillermina dijo...

Es increible, pero siempre me quejo de que no haya teletransportación ni microondas que enfrie. Me sumo a la causa!
Basta de Celulares que ya parecen victorinox! Queremos teletransportación segura y pública!