sábado, noviembre 28, 2009

HUMILLE, FRANK

Si querés sentirte muy bien, subí el volúmen.

No más presentación:

Sinatra...


lunes, noviembre 23, 2009

AFLOJÁ

Tengo muchas quejas (porque soy un tipo corriente, y vivo las cosas cotidianas como todo el mundo, no como otros, y otras, que, con la excusa del glamour acá, glamour allá, ay que la noche del glomur, ay que la boîte del glamour, viven en otro lado. No señor; para que aprendan cómo deben tratarse las quejas cotidianas).

Primero:
Veo mucho canal 7. Me gusta (y recomiendo mucho el programa que dan los viernes "Presidentes de Latinoamerica"), pero me revienta que el noticiero del domingo dure más de una hora con la repetición de los goles de la fecha. Aflojen, loco. Está buenísimo el fútbol gratis, pero ya lo dieron, desde el viernes a hoy, hasta las once y media de la noche, ¿vas a pasar todo otra vez? Ya está. Larguen un poquito nomás.

Segundo:
¿Por qué cuando uno entra a Hotmail le sale un cartel que dice "usted va a ver todo bajo una conexión insegura, su información puede ser vista o compartida" o algo así... ¿qué es eso? ¿Qué opciones hay? Porque abajo dice "sí" "no" y "más información" y siempre hay que apretar el "sí", en caso contrario no te lo preguntaría. Si apretás "no", la pantalla te sale blanca y el asunto queda vacante.
Te están diciendo "mire, lo vamos a espiar, ¿quiere o nos metemos con otro?"; y si decís que "no, gracias" no te habilitan la cuenta. Es una extorsión elegante. Eso y decir "¿Nos autorizás a mirar qué hay? No nos importa, pero tenemos que ver, y quizás no lo veamos, pero si decís no, es porque ocultás algo y quedás vetado" es lo mismo que nada.
Vamos Hotmail...gente grande. Dejen vivir en paz. Y corre para todos los tipos que tienen empresas de correo: Gmail y Yahoo son culpables también de esa cosa, no quedan afuera. Son todos unos botones.

Tercero:
Conozco gente (una persona, no son muchos, pero una persona ya es gente. Esta parte no hace falta aclararla, pero es como que le da más importancia al post...y me da tiempo de pensar este tercer punto que es un poco vago en su contenido...en verdad es para darle un toque de humor a algo muy serio), que se queja de la seguridad y habla de un tiempo pasado que no conoció jamás, bajo el lema "antes era mejor" y "antes había códigos". Lo juro.
Fui interrogado (por esta misma persona), una, dos, mil veces, sobre qué hacer con la seguridad. Una, dos, esbocé una respuesta; a la vez mil, dije "No sé. No soy experto" y me contestó "Yo tampoco, pero qué opinás".

No es un chiste.

Eso hace el manejo de opinión. Ojo al piojo, porque cuando alguien te dice "yo tampoco, pero qué opinás" y habla de "códigos" y "antes, antes, antes", y esa persona tiene tu edad, significa que hay alguien que está haciendo mal las cosas. Hay algún dato que nos estamos perdiendo. ¿Qué importa mi opinión? No será que es sólo una prueba de ese falso agite que hay que demostrar, escandalizándose de la realidad. ¿Queda mejor ser un tipo que repite que estamos mal y que todo es una basura, o decir "no es tan así" y bancarse la que venga (porque te insultan, te lo juro, te insultan).
¿Dónde frena la influencia? ¿Brasil está mejor? ¿Alguien jura por sus hijos que Brasil está mejor y puede demostrarlo?, porque yo no lo sé y no escucho otra cosa que eso.

Última pregunta:
¿Alguien leyó a Aguinis, alguna partecita nomás, de ese libro que sacó? La verdadera pregunta es: ¿el editor debe ir preso o en verdad la censura en Argentina es un chiste y el mismo tipo que se queja hace guita mientras te lo dice?

¿Hay censura?...

¿Hasta dónde llega la influencia?

Pensalo otra vez y no digas nada: ¿hasta dónde llega la influencia?

miércoles, noviembre 18, 2009

UNA HIPÓTESIS UNIVERSAL

“Ningún número de experimentos, sin importan qué tan grandes sean, podrían demostrar la validez de mi teoría; pero un solo experimento podría demostrar que estoy equivocado” .
Albert Einstein, sobre la popagación de la luz.

No hay mejor manera de desanimarse que sospechar el destino del universo. De todos modos podemos no abstraernos tanto (al fin y al cabo el infinito es vastísimo, lo que es igual a imaginar a la nada: imposible); alcanza con saber que nuestro sistema solar indefectiblemente chocará con Andrómeda en algunos millones de años. Si fuera optimista, diría que será un espectáculo único si aún hubiera vida en la Tierra, ya que con sólo asomarse al balcón se vería la aparición de nuevas estrellas, explosiones y colores rarísimos en el cielo.

Pero, hay que decirlo, un choque de galaxias es un escándalo y una situación bastante problemática; sólo una sale victoriosa.
Los centros galácticos están formados por un agujero negro gigante. En un choque prevalece sólo uno y todo se modifica, formándose una nueva galaxia.
Si alguien quiere seguir en su optimismo y creer que por algún extraño movimiento del azar la Tierra se mantendrá en órbita, podemos recordar que, un par de millones años después, el sol se apagará, acabando por fin cualquier resabio terrestre.

Así como sabemos el final de la Vía Láctea, podemos inferir algunas teorías sobre el final universal. La teoría más aceptada es la del Big Crunch, un colapso en la expansión del universo, haciendo retroceder la materia hasta su máxima reducción.
Aquí rescato dos preguntas. La primera: ¿después, qué? La segunda: ¿qué hay detrás del universo? Si el universo quedara del tamaño de una molécula, ¿qué es aquello que lo rodea?

Esa última pregunta es exactamente igual para el universo en su estado actual: ¿qué hay detrás del límite, si acaso hay límite?

En la física se acepta el límite como una convención; el límite es hasta donde puede verse o calcularse según algunas posiciones de estrellas y galaxias, pero esto es sólo con fines prácticos, para facilitar el estudio; se entiende que ese no es el límite.

Así como decir cien podría significar “todo” y cero “nada”, en el universo la nada no existe. Sabemos que hay “todo” (casi como una comodidad literaria), pero técnicamente el cero es inexistente. Una sola partícula en medio del vacío puede ser llamado “cien”. Esto podría graficarse así: supongamos que entramos con alguien a una habitación completamente vacía, y la otra persona nos pregunta “¿qué hay aquí?”. Por instinto uno contestaría “nada”; sin embargo quien nos acompaña podría replicar. “¿Y las paredes? ¿Y las ventanas? ¿Y el techo? ¿Y el suelo?”. Entonces allí está todo lo que comprende a esa habitación, aún cuando para nosotros no haya nada.
Por eso es imposible imaginar qué hay detrás del universo (si es que tiene un límite real, aun en constante expansión).

Alguna vez jugué –inspirado por la ley de fuerza- con la extravagante idea de distintos universos no multidimensionales, si no sucesivos. Un espacio comprendido por infinitos universos que hacen colapsar al vecino; una extraña supervivencia de la materia más fuerte, hasta que se debilita, contrayéndose, empujado por otro universo que madura, se fortalece y se expande, para luego ser contraído por otro universo. Muchos años después me enteré que esta teoría es compartida por algunos científicos, pero, hay que admitirlo, es una hipótesis de lo más extravagante.

Sin embargo, descartar teorías que no pueden ser comprobadas es un error. La astrofísica necesita también de la imaginación, hasta que una prueba refute la idea.
Si esa teoría fuera válida y cierta, también contestaría la primer pregunta que hice: ¿“Después, qué?”. Pero me animo, jugando con la imaginación, a ir más lejos: “Antes, qué?”.
Así como aceptamos la teoría del Big Bang como punto de inicio universal, la gran pregunta de la ciencia es “¿qué había antes de ese punto?”

Como buen escéptico creo que no se sabrá jamás, pero voy a esbozar una idea que podría asemejarse a un relato del género fantástico:
Algunos estudiosos de la física creen que nunca hubo un antes; que el universo es el mismo siempre, expandiéndose, contrayéndose y explotando para volver a expandirse.

En mi infancia me asaltó una idea similar: el universo se repite. Hoy, siendo un adulto torpe, rescato esa idea que tuvo aquel niño lúcido que fui. Otros mundos, otras vidas, han sucedido antes que nosotros, y nosotros, en ese afán de buscar vida en otros lados, quizás nos olvidamos de otros planetas que pudieron estar aquí mismo. Claro, es improbable, porque ese universo ya no está.

Pero como esto se trata de imaginación, quisiera creer en un universo reiterativo, fantástico, circular. Un universo en donde hace miles de millones de años, otro, que era yo, escribía estas líneas. Quiero decir: somos todos los hombres y toda la vida que, por un misterio, sucederá siempre y nunca lo recordaremos.

Es una idea platónica, pero algo esperanzadora. Aunque tal vez el destino se parezca a aquello que escribió Jorge Luis Borges en El Tema del Traidor y del Héroe: “que la historia hubiera copiado a la historia ya era suficientemente pasmoso; que la historia copie a la literatura es inconcebible”.

Creo que la vida es sólo una coincidencia, un juego del azar, ayudados un poco por la curvatura del Espacio-Tiempo y por el polvo de estrellas. Si esa casualidad se repitiera hasta el infinito en un universo que nace, crece, muere, y vuelve a nacer, para volver a ser nosotros (sin siquiera sospecharlo), entonces no todo será tan triste. Al menos no tanto.

lunes, noviembre 16, 2009

EL GRAN CABRERA

Un saludo desde aquí al estupendo actor Víctor Hugo Cabrera, que da vida a un personaje extraordinario: el genial Rafael Méndez.

Vaya este post a todos los Méndez que viven en nosotros, o a los que aspiramos a serlo.


jueves, noviembre 12, 2009

LUCHA Y VUELVE (EL PASACALLES)

No recuerdo si alguna vez conté, creo que no, sobre mi cariño por los horribles pasacalles. Me parecen muy simpáticos y, quizás, esto se deba a que son cursis, y lo cursi me genera alguna debilidad.
Sin embargo, creo que el fatídico destino del pasacalles (haber sido prohibidos) se debe a esa cursilería. A los pasacalles les faltó agresividad; cualquiera que haya escuchado las míticas llamadas del Doctor Tangalanga a los colocadores de pasacalles sabe de qué hablo.
Estos pedazos de tela con letras multicolor (al menos los que aún sobreviven de manera ilegal) siguen escondiendo, públicamente, un mensaje privado. Por ejemplo: “Cecilia, te vi, te vi, te vi...Fito” o “Dubi, dubi, daba, daba, di, di, di, di. Lito”. Son mensajes encriptados, de amor, pero encriptados, y al final nadie dice “ese cartel es para mí” y la tela se llena de tierra y se la lleva el viento y la lluvia (y algún tornado, eventualemente).
Por eso creo que los pasacalles de amor, deberían ser, para volver a la legalidad, mensajes de contenido agresivo; amenazas, súplicas peligrosas, etc. Por ejemplo: un pasacalle que diga “Marisa, ahora que me dejaste y andás con otro tipo, que tenga cuidado, porque le voy a pegar un tiro en la gamba” o “Nélida, sin vos la vida no tiene sentido; si no volvés me mato” es muchísimo más efectivo.
Estoy seguro que de esa manera los pasacalles serían mucho más atractivos y le darían un color más lindo a la ciudad que se está empalideciendo cada vez más.
Vamos por los pasacalles más agresivos, con punch, con simpáticas amenazas de novios despechados. Es mucho más efectivo que decir “Ahora me siento solo”. Basta de pavadas.
Ya que se habla tanto del hastío social y la violencia, si nos vamos a hartar y ponernos violentos, hagámoslo bien, y no dejando que señoras indignadas llamen a la radio y utilicen la palabra “crispación” seis veces en la misma oración.

Nada más. Me despido con un pasacalles virtual: “Remontar un barrilete...” no me acuerdo cómo sigue.

martes, noviembre 03, 2009

SANTA LUCÍA (OTRA VEZ)

¡No teman! Por desperfectos técnicos hemos frenado un poco, pero en horas nomás volvemos con esta tómbola loca del amor llamada No Somos Nada.

Mientras tanto, para calmar los ánimos ansiosos, un refrito que se publicó en abril de 2007 (estuve leyendo cosas de ese mes y fueron posts muy buenos), pero rescato un video que no es de mi autoría, pero habla muy bien de mí (y mis proezas en Santa Lucía), y lo pasamos de vuelta porque me da impresión escuchar mi apellido tantas veces en 3 minutos.

Para verlo, sólo hay que apretar...acá