lunes, noviembre 10, 2008

EL GRAN CHISTE LLAMADO OBAMA

En los últimos días, el tema central del ciudadano promedio es la victoria del señor Barack Obama en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.
Este interés, seguramente mundial, merece por lo menos dos o tres observaciones.
El primero es la inusitada alegría que ha provocado esta victoria. Es insólito que muchas personas se alegren por una elección extranjera antes que por la democracia propia. Esto tiene una explicación: se cree en Argentina (o en cualquier parte) que nuestros políticos son estúpidos, corruptos, prepotentes e incultos y que el nuevo presidente estadounidense es el paradigma de la nueva política. Es posible que las consideraciones de los dirigentes locales sean en parte ciertas, pero la afirmación sobre Obama es por lo menos desacertada.
No hay nada nuevo en la propuesta política del demócrata. Si se pusiera en contexto, no hay demasiadas diferencias con el estilo Clinton. Obviamente, comparadas con las propuestas republicanas, todo parece maravilloso. Esta comparación ha provocado una confusión general: los que no votaron a Obama creen que él es un socialista que abrirá las puertas norteamericanas a cualquier inmigrante que intente entrar. Eso, de más está decirlo, no sucederá. Los Estados Unidos viven una de sus peores crisis económicas y ya muchos han señalado a los extranjeros como parte culpable. Los latinos, por supuesto, eligen al que creen el defensor de sus puestos de trabajo y su permanencia en el país, apoyándose en la confusión creada por los simpatizantes de Bush y de Mccain.
Insisto con la confusión; un vecino mío, estadounidense y republicano, dijo que Obama no le gustaba nada y que era un terrorista.
Algunos lo ven como un desertor de las causas de guerra y otros lo ven como el que detendrá la guerra.
Lamento decir que no sucederá nada de eso. Obama propuso retirar las tropas en Irak, pero, se sabe bien, analiza muy seriamente la situación en Afganistán e Irán para intervenir militarmente. Clinton también lo hizo, pero su escándalo personal, en medio de una época muy frívola, evitó que la guerra fuera tema central.

¿Pero qué hace parecer a Obama el bueno de la película?

Primero que es negro. Se destaca el color como una virtud, cuando eso mismo es la discriminación de la que tanto hablan. Es como celebrar que un presidente sea judío, homosexual, o que usa silla de ruedas.
Insólitamente, aquí todo fue mucho más maduro cuando Gabriela Michetti se consagró vicejefa de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Ningún diario escribió “la primera vez que una vicejefa asume en silla de rudas”. En tal caso, el papelón fue de su compañero de fórmula (¡oh, sorpesa!), cuando la hizo dar vueltas como una calesita.
Claro que Estados Unidos tiene una historia muy difícil con la discriminación, pero ya estamos muy entrados en el siglo XXI como para seguir festejando diferencias.

Lo otro que se ha destacado es la oratoria. Se halaga muchísimo la forma de hablar del señor Obama. Se lo ha comparado todo el año con Kennedy y nadie advierte lo negativo de eso (recordará la izquierda local los malos ojos con los que se miraba la política del presidente asesinado, sobre todo con Cuba).
Pero hay que hacer foco en la forma de hablar. En la transmisión que vi de las elecciones, el presidente electo decía “no somos un conjunto de estados rojos y azules” y los conductores televisivos clamaban “¡qué oratoria!”
Seguramente es bueno hablando, pero no es nada del otro mundo. La gente suele enamorarse de los políticos de buena oratoria, sin importar mucho las propuestas de fondo. Esto significa: si alguno se presentara diciendo “no se cobrarán impuestos los próximos 4 años porque tengo la fórmula para utilizar las reservas y que aún nos sobre dinero por 4 años más” y eso fuera cierto pero lo dijera con inseguridad y tartamudeando, nadie lo votaría. En cambio, si hablara a los gritos y con seguridad, dijera dos o tres frases obsecuentes (no es el caso de Obama, pero lo uso para ejemplificar) la gente atribuiría al candidato el valor de la austeridad y el no despilfarro del dinero.

Como he dicho, Estados Unidos vive un muy mal momento; Obama estará muy ocupado como para ser bueno con el resto del mundo. Me refiero a que nada va a cambiar en la economía mundial ni todos los países serán más felices con la llegada de Obama ni de nadie. No es la nueva forma de hacer política; es la simple evolución de los estados que van girando hacia donde van los mercados. Nadie hace solidaridad; son las reglas. Cuando cayó Enron, el gobierno norteamericano se limitó a ver cómo se desplomaba la firma, porque aún siendo el principal sostén de la economía norteamericana, los demás gigantes económicos ocuparon el espacio vacante.
En este caso es igual. Se irán modificando los presupuestos, las compensaciones, el valor de los bonos, se darán 90 días de gracia a los hipotecas de vivienda, y todo se irá acomodando. El capitalismo hará caer a los que haga falta y seguirá su rumbo sonrientemente
Es innegable que el sistema económico necesita un cambio y así será. Pero no va a ser Obama el que instale el socialismo, justamente.
Todo se va modificando, pero las cosas conservan alguna memoria. Esa es la perseverancia, y así será el capitalismo. Cambiará, pero conservará algunas cosas de su memoria.

También se ha insistido muchísimo con el aspecto histórico de la votación. Casi todos los titulares decían “histórico”. Eso me recuerda la votación “no positiva” de uno que se va acomodando donde puede con una placa que decía “histórico”.
Todo ahora es histórico. Gran problema van a tener los historiadores del futuro para diferenciar lo que merece ser rescatado del olvido de lo que no.
En vez de darle un carácter a todo, habría que esperar a ver qué dice el tiempo.
Claro, se dice que es histórico por ser el primer presidente negro. ¿Alguien está seguro de eso? ¿Alguien buscó en alguna enciclopedia? La gente suele corregirme y creen que hablo de Luther King. Yo contesto que hay que chequear todos los presidentes desde 1776, averiguar si alguno murió en actividad, ver sus vicepresidentes y confirmar que ninguno haya sido negro. Más de un periodista se llevaría una sorpresa.

Por otro lado quiero terminar esta crónica con una reflexión sobre la democracia.

Durante muchos años fui un crítico de los Estados Unidos, de su sistema económico y de su política exterior. Sin embargo, sospecho (no vengo a descubrir nada) que es un gran país.
Una vez un profesor de sociología y simpatizante socialista me dijo “nosotros criticamos a los yankies, pero los tipos tienen una virtud enorme: mientras acá estamos acostumbrados a trabajar solos, allá se juntan seis y van a la luna” Es cierto.
Y me atrevo a decir que las costumbres, en muchos puntos, se parecen a las nuestras. Sé que lo digo puede parecer polémico, pero tengo en cuenta dos cosas.
La primera es que por cada defecto, todos los países tienen algo bueno. Hay quizás una ley universal que compensa los desniveles. Si hay una guerra criminal, en algún lado se descubre una vacuna contra el cáncer. Aquí sucede muchísimo eso (sobre todo con las vacunas contra el cáncer, que habrán advertido a esta altura, cada vez que se avanza en el tema, hay un argentino involucrado).
Y lo segundo que me hace pensar que nos parecemos es que tenemos muchos defectos sociales, pero por algún motivo misterioso (o no tanto) nos sentimos orgullosos de ser argentinos. Tal vez eso sea así en todas partes del mundo, pero me da la impresión de que nos sucede a todos los americanos, del sur, del centro y del norte, con un poco más de fervor.

¿Y la reflexión de la democracia?

¡Momento, momento! La reflexión es que aunque Obama sea lo mismo de siempre, y haya ganado por ser una moda, lo bueno es poder votar, en todas partes del mundo. Aunque las que manden y pongan las reglas sean treinta empresas, lo bueno es votar, porque cada tanto aparece, sea donde sea, alguien que decide poner un poco de orden en medio del caos, desde el conocimiento, la habilidad y la conciencia social, y no por la fuerza y el capricho.

En fin, ganó Obama. Pero a nadie se le ocurra empezar a gritar “¡Argentina, Argentina!”, porque hay que aclararlo, Obama ganó en Estados Unidos.


MD, la ultraderecha de la izquierda.

1 comentario:

B dijo...

A mí Obama menefrega. me tienen podrida con Obama. Todo bien, no le quito mérito, pero es un asco que estemos festejando las elecciones presidenciales de EEUU. Y le dediquemos aire, cable, etc, con los terribles quilombos y chanchullos que se están cocinando acá.
Eso, nada más.