martes, julio 22, 2008

ENTRE LA ANGUSTIA Y LA LÁSTIMA (Y SU NOTABLE DIFERENCIA)

Estoy un poco contrariado.
Es un tema ríspido y personal, pero no está de más hablarlo para encontrarle algún sentido artístico y anecdótico.
Anoche estaba conversando con alguien por quien yo tengo mucho cariño y respeto sobre una crisis que vengo sobrellevando hace algunas semanas. Me he dado cuenta que fui fallando en muchos aspectos personales como para encontrarme un tanto solo y eso me ha generado una serie de preguntas y respuestas que tienen soluciones, algunas de más corto plazo, y otras no tanto. A veces este tema me angustia y en los últimos días manifesté este estado con algunas amistades, pero lo hice de una forma muy superficial. Creo que me debo un análisis un poco más profundo.
En la conversación de anoche, esta querida amiga me ha dicho, como principio de respuesta a mi problema que debería dejar de sentir lástima por mí mismo.
Este concepto me ha alarmado muchísimo. Demasiado diría yo.
Hay algo que estoy haciendo mal, una señal que estoy dando al hablar que llega con interferencia. Y esa interferencia hace parecer que siento lástima de mí mismo. Yo sé muy bien que esta amiga no ha dicho eso con ánimo de ofender, si no todo lo contrario, que quiso ser buena conmigo y tenderme una mano (como ha hecho innumerables veces con muchísima efectividad y cariño). Pero esta vez creo que se equivoca y lo que me angustia es que su equivocación no es su culpa, si no que es una percepción que yo mismo estoy dando.

Y creo que esa manera de verme se debe tal vez a una línea de conducta en la cual doy por sentado que las cosas que hago están mal.
Sería bueno aclarar que no creo que las cosas que hago estén mal. Lo que sucede, y lo he dicho aquí muchísimas veces, es que creo tener conciencia sobre mis limitaciones. Por ejemplo: si tomáramos todo lo que está escrito, palabra por palabra, en este blog, no llegaríamos a hacer media página de Los Miserables. Pero eso no es algo que me descalifique, si no todo lo contrario, creo que me hace un mejor tipo, que me da metas más altas. Es verdad que soy un inconformista, lo asumo, pero a la hora de nivelar, yo quiero ir hacia arriba, no hacia abajo.

Podría citar muchísimos ejemplos de personas que hacen lo contrario; que se comparan con otras personas peores. ¿Y quién decide qué es bueno o qué es malo? Bueno, ese es el tema; pero algunas pistas tenemos.

Yo he leído que le dan el mote de filósofo a uno que se adjudica la invención de la frase “billetera mata galán”, cuando de chico me cansaba oírsela decir a mi madre. Entonces, si caemos en el lugar común de creer que eso es filosofía, cuando Heráclito dijo “no puedes bañarte dos veces en el mismo río”, es porque tenemos las cosas cambiadas.
Billetera mata galán no es un pensamiento. Pensar es concadenar ideas sucesivas, que aun siendo incoherentes, guardan cierta lógica. Cuando esa lógica se ve alterada, eso se llama humor. Todo lo demás es un lugar común. En el mundo sobran los lugares comunes. Por eso existen las definiciones de las personas “este es un loco lindo” “esta es una turra” y así. Porque definir en dos palabras es más fácil que analizar todo los aspectos que hacen a una persona. Yo no me animaría a definirme ni en mil palabras. Sería incapaz de eso, porque aun estando acertado, me equivocaría.

La angustia, a veces, viene acompañada de una espantosa aseveración: todo está inventado. Todas las mejores músicas ya se han compuesto. Los mejores libros ya se han escrito. Entonces uno debe pararse en un lugar muy complicado. ¿Cómo puedo escribir una novela más o menos buena cuando existe “El sueño de los Héroes”? Mi trabajo será conocer lo que ya se haya escrito para no creer que estoy inventando algo nuevo y pasar por un idiota absoluto.
Por eso creo, que cuando algunos festejan éxitos propios como si fueran más meritorios que Stephen Hawking, ahí hay un error. Está muy bien celebrar comprarse un auto, pero hay que ser discreto, porque Rodin creó a “El Pensador”. Por eso, los que gritan sus éxitos, no utilizan parámetros buenos. Incluso dicen “a mi no me comparen”. Claro, porque al que se lo compara, sale perdiendo; y cuando se comparan, se comparan con otros que ignoran mucho más las cosas e ideas que nos rodean.
Yo pido que a mí sí me comparen. Porque cada vez que me comparan me dan la oportunidad de poner mis cosas al lado de grandes tipos. No me importa perder, porque yo ya gané.

Mi línea de conducta tiene mucho que ver con la de Antonio Carrizo, a quien todos saben que admiro muchísimo. Ese tipo sabe, como dijo Luis Pedro Tony, “hasta lo que no se inventó”; y Carrizo va por la vida sin decir “yo sé”. Lo vi hace poco decir “cada lector es un escritor, porque nadie entiende Hamlet, entonces cada uno le da una interpretación nueva. Al hacer eso, lo estamos rescribiendo”. Esa idea, debería ser estudiada en las universidades obligatoriamente. Carrizo reivindica la figura del autodidacta. Yo también soy autodidacta. No tuve formación académica más que la básica, pero no descarto tenerla. Y creo, que en lo poco que sé, me defiendo bien.
Aquí es donde voy a sacar un poco de mi soberbia (porque también soy soberbio a veces, y muchos saben de ese defecto). Un amigo, quien sabe muchísimo de música clásica, y que es pianista de música clásica, vino hace mucho a mi casa y me dijo que había escuchado mi canción “Killer Manías” muchísimas veces porque no podía entender cómo alguien que no había estudiado música, había logrado generar un pasaje armónico específico complejo que se da en la música clásica y no en el rock. Le expliqué que esa información ya la traía en la cabeza. Yo fui echado de mis clases de piano a la cuarta clase porque “no tenía voluntad de estudio”. Estaba convencido de que la profesora se equivocaba y aprendí a tocar solo, de oído y armando redes que tienen que ver con la lógica. Mi amigo me pidió que le explicara cómo había hecho yo esa “bajada” (en la música esa parte a la que él se refería se llama “bajada de acordes”) y ante su sorpresa probó en mi piano la melodía y la armonía unas cuatro veces. Me sentí muy orgulloso de eso. Como también me siento orgullos de haber compuesto “Búster Keaton y el Qualadee” (que se puede escuchar en My Space de canciones solistas). Claro, no es Gershwing, pero para no tener formación musical, creo que está bastante bien.

Pero ahí está el asunto. No puedo sólo decir “está bastante bien”. Debo trabajar para que esa canción sea mala y componer cosas mejores. No me gusta el conformismo. Quiero lograr más complejidad y más belleza en lo que hago.

Entonces es allí cuando entiendo que me falta demasiado, y que comprarme un auto es una cosa mundana, cuando aun me falta un camino que va a durar hasta el día que me muera. Y si lo que hago es bueno, entonces alguien se acordará de eso y lo rescatará. Y si no se olvidará con la mayor de las justicias.
Por eso, como dije anoche, que yo sea humilde en algunas cuestiones, no es sentir lástima por mí, si no todo lo contrario. Es saber que existe Antonio Carrizo o Alejandro Dolina y que son ejemplos a seguir, y que para estar allí hay que trabajar demasiado, porque mientras nosotros creemos que sabemos algo, ellos saben más que todos nosotros juntos, más que todos los que escribimos en internet.

Una vez, y lamento decir esto, leí el blog de una chica que decía “terminé de leer El Principito y ahora entiendo el sentido de la vida”. Eso me da lástima, aparte de gracia. Cuando siento lástima por mí, es porque me lamento no poder vivir 300 años. No de mi propia condición. Yo sé que no sé. Y si bien me siento mal por eso, también me reconforta saber que se puede seguir aprendiendo.

El mundo tiene demasiadas miserias y enfermedades como para que yo me sienta tan importante. Por eso me gusta tanto el personaje de Gregory House. El tipo es un miserable, pero sabe que tiene algo brillante, algo que es un poder, y a la vez un problema. Salva vidas, pero no puede concentrarse en él mismo, ya que no puede discernir si lo que importa es él o si él es su trabajo.
También puedo unir esto con “Borges y yo”: (pido disculpas por arruinar este bellísimo texto al publicar sólo extractos) “Al otro, a Borges, es quien le ocurren las cosas (...) Yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura, y esa literatura me justifica. (...) Así, mi vida es una fuga; y todo lo pierdo, y todo es del olvido, o del otro. No sé, cual de los dos escribe esta página”

Para terminar con esta reflexión, que es un llamado de atención a mí mismo, voy a contar una anécdota que refiere a mi amigo Manuel Ibarrola.
Una tarde, cuando comenzaba a atender pacientes en una guardia, Ibarrola me escribió un poco desahuciado. Se lo notaba mal y me dijo “Es muy raro todo esto. Hoy vino un paciente que habían traído de la cárcel. El tipo estaba muy, muy mal. Destrozado Yo pensé ‘le puedo salvar la vida a este tipo hoy, pero mañana va a estar igual’ ¿Qué puedo hacer yo por esta persona? ¿Hasta dónde puedo ayudarlo? Hoy sí, ¿pero mañana? Es muy angustiante”

Por eso, al igual que Ibarrola, (sólo que yo no salvo vidas profesionalmente -aunque confieso que sí salvé alguna vez a algunas personas en circunstancias muy raras-), entiendo que hoy puedo hacer algo, pero mañana tal vez no, porque no va a depender de mí. Intento mejorar, y sé que a veces lo logro. Por eso no siento pena por mí, pero tampoco orgullo. Sólo sé que debo trabajar mucho para avanzar un paso en un camino que no termina jamás.

Todo lo demás, es la pena de un hombre que espera un abrazo que no llega.

Y agradezco a mi amiga, porque se ha preocupado por mi salud y mi estado, y le pido perdón por darle esa imagen tan extraña, porque quisiera estar más a la altura, como ella se merece, por ser una mujer digna de mi admiración. Y lo digo muy en serio.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No entiendo nada de música, pero es genial lo que hiciste, me imagino tu orgullo cuando tu amigo te dijo eso.
Escribiendo sos lo más.
Besos!!!!

Anónimo dijo...

Muchas gracias Carla. Me pone muy contento tu comentario, y te lo agradezco mucho.
Un beso enorme.

MD.

Adriana Menendez dijo...

"Yo era una de esas personas que llevan por la vida la carga pesadísima de ser los únicos - casi los únicos - testigos de su propia capacidad, su inteligencia, sus talentos. De esas personas que se ayudan, para levantar ese peso, con la convicción de que si quisieran - si se tomaran el trabajo - harían cosas muy extraordianrias pero no vale la pena tanto esfuerzo, el mundo no lo merece, para qué, cualquier imbécil puede hacer esas cosas que el mundo reconoce. No es fácil renunciar; mucho más fácil es hacerlas. Porque ese ejercicio de desdén no puede evitar caminar siempre por la cornisa del pánico: ¿y si fuera solamente que no puedo?"
de A quién corresponda, de Martín Caparrós.
Me gusta mucho cómo escribís.
saludos

Anónimo dijo...

Adriana.
Te agradezco muchísimo esa referencia a Caparrós. No conocía ese texto y espero ansioso hacerme del libro (o robarlo, como diría Castillo).
Tu blog es extraordinario, y con más tiempo voy a hacer una mención un poco más gentil, porque me parece que vale mucho la pena. He visto allí citas muy atinadas y textos bellísimos.
Te agradezco una vez más el comentario, por el elogio, y en consecuencia, me felicito entonces por estas cosas que escribo.

MD.

Nanu dijo...

Increible marce!!!!
Yo creo que lo mejor en todo (musica, arte, cocina, relaciones) siempre está por inventarse, porque cada uno sólo puede superarse y hacer el mejor plato, solo de guitarra, de piano..superarse es intentar ser mejor (y no mejor que otros sino mejor que uno mismo, antes)..sabiendo que nunca va a llegar la perfección, y que despues de esa increible canción puede venir una mejor..
Que no se apague el motor, que no se terminen las ganas, que faltan muchas buenisimas canciones, buenisimos escritos quizás no los mejores!! Pero en todo caso quien decide eso?!

Anónimo dijo...

Muchas gracias Nanu.
Coincido mucho con vos, y sabés que tenemos una línea de pensamiento muy parecida. Esta no es la excepción.
Te agradezco tambien tus palabras de aliento. Me vienen muy bien.

Un beso enorme.

MD.