REITERACIONES

Con cambios apenas perceptibles, divagué al margen de la locura, en los últimos quince años, en momentos que suceden una y otra vez.
Por alguna extraña razón, acaso como una pesadilla, caí en un punto del universo donde el tiempo es constante y repetitivo, pero no lineal, y probablemente, tampoco circular. Soy víctima de un algoritmo en donde los episodios se repiten, pero no en forma sucesiva, si no que responden a períodos azarosos de repetición. Para explicarlo de forma más clara: imagine el lector una película que al finalizar, comienza de nuevo, pero ya no con un orden progresivo de escenas, si no con otra compaginación. Una vez terminada esta versión, comenzará otra con las mismas tomas, diálogos y actores, pero en solución de continuidad diferente al anterior. Así por siempre.
Esa es mi vida; una película con millones de variantes sobre una misma base que al ser modificada tantas veces, por más que sepa el argumento inicial, cada reinicio hará que la historia cambie; que aunque sean las mismas escenas, cada film sea uno distinto, que aveces empieza por el final y en la toma siguiente los dos protagonistas recién se conocen.
Todos los días veo a las mismas personas y vivo las mismas cosas pero con la salvedad que hice anteriormente. Puedo un día levantarme, ir a desayunar solo y cuando salga del bar estaré discutiendo con mi novia por la tarde y al rato estaré almorzando al mediodía.
Esto no se limita a las mismas veinticuatro horas siempre, si no que tengo el rango de un año completo.
La mayoría de las veces los desórdenes suceden en un mismo día y luego, cuando vuelva a despertar, ya estaré con las alteraciones del día siguiente. Pero hay veces en donde puedo acostarme un dos de mayo y despertar el catorce de abril.
Como he dicho esto sucede desde hace quince años, lo cual me permitió (y permite) reaccionar de formas alternativas a cada suceso. Porque después de de tanto tiempo ya ni me interesa modificar nada, pues volverá a pasar tarde o temprano.
Probablemente este castigo, el de estar parado y sin poder escapar del peor lugar del universo, sea también un designio divino para la redención.
Nada, absolutamente nada, es porque sí en lo infinito.
Deseo despertar en algún lugar, en algún momento que no conozca. Pero tal vez he perdido esa esperanza.
Si no he muerto aun, es porque estoy rendido, pero también intrigado por saber hasta dónde llegará esto. Cuántas variantes más podrán existir. Pero mi mayor intriga es por qué me pasa esto. Por qué estoy perdido en la inmensidad de un todo que no es nada.
A veces, desde esta eternidad reiterada, cuando busco una salida, sospecho lo peor: no puedo salir de un lugar al cual jamás entré. Simplemente estoy aquí. Ya sin ser yo; aunque esto también despierta una inferencia espantosa: jamás he sido yo.
Tal vez sea el producto de una imaginación. De alguien que imagina un hombre constante en un mismo lugar.
Tal vez sea yo la extraña forma de un recuerdo de alguien más. Quizás sea el sueño eterno de alguien que sueña que sueña. O simplemente el anhelo de quien pretende perpetuarse, pero probablemente esa persona aun no exista y yo soy sólo el recuerdo de algo que todavía no se ha vivido y capaz no se viva nunca.
Pero de todos modos aquí estoy, perdido en situaciones que conozco a la perfección. Soñando despertar; y abriendo puertas que aunque dan siempre al mismo lugar, no son jamás, el mismo lugar.