viernes, junio 08, 2007

CÓMO SER EL MEJOR PERDEDOR

Los que leen este blog con frecuencia o los que me conocen, saben que no soy muy diestro para contar anécdotas privadas en éste lugar, pero esta vez puedo hacerlo porque he vivido un pequeñísimo episodio ayer que me hace quedar como un perdedor, y esas son las historias que un tipo debe contar.

Estaba yo en el supermercado haciendo mis compras diarias (unas gaseosas y unas galletitas rellenas de limón que son mi nuevo vicio y otras cosas más que no me acuerdo qué eran, capaz jamón y queso) y cuando estoy pagando, en ese mismo instante, suena mi teléfono celular. En esa situación no me hace ninguna gracia atender, pero por reflejo intento fijarme quién es. Veo en la pantalla y dice: "ID no disponible". En vez de ignorar la llamada en un momento muy inoportuno, soy fiel a mí mismo (como si eso significara algo) y atiendo. La cajera estaba diciéndome, supongamos "15 con 20", y por el teléfono suena la voz de una chica, una voz seductora, sugestiva, que me dice "Hola mi amor". Yo en el trajín de estar contando guita, y prestando atención al pago, sigo en la charla y contesto con voz de galán "Hola ¿cómo estás? Qué sorpresa escucharte". Cualquiera que me conozca sabe que soy muy torpe. Si alguien no me conoce, imagínese el lector al pibe que está sentado arriba del piano en una se esas fotos, levantando bolsas, guardando plata en el bolsillo y hablando por teléfono. En un tipo normal debe ser algo fácil, pero en mí son tres acciones casi imposibles; a tal punto que le impedí el paso y choqué luego, con una mujer (que ya la tengo vista y está bastante bien) en un movimiento malísimo de mi parte.
En esos pocos segundos, soy interrogado de la siguiente manera "Hola amor ¿cómo te fue hoy?" y yo, obra y causa de mi imposibilidad de hacer varias cosas a la vez, confundo la voz de la persona que me llamaba con la de otra mina, mientras pensaba: "sí, al fin me llama, qué buena suerte tengo" y esas giladas que piensa uno. Sin embargo no estaba yo muy seguro estar hablando con esa otra persona, pero por inercia comienzo, inducido por el mote "mi amor", una especie de conversación medio íntima donde doy lugar a frases del calibre: "hace varias semanas que no te veo" o "estás buena" o "¿Por qué no venís a casa hoy?" y ella me contestaba con cosas similares. Cuando estoy saliendo del súper, me doy cuenta de una forma muy extraña, de que no sé con quién estoy hablando, y no tengo mejor idea que decírselo.
- ¡Pará!- Interrumpo la charla. - No sé quién sos-
- Sí que sabés-. Dice ella y yo entro en una elipse como la dimensión desconocida, donde quedo completamente en orsai. Si fuera un partido de fútbol, yo arranco la jugada desde el medio campo por derecha, dejo atrás a uno, dos, tres, se la paso al 8 que viene jugando por izquierda, pico hasta el punto del penal, en la puerta del área mi compañero manda un centro, yo estoy mano a mano con el arquero, que sale mal, y el lineman levanta el banderín.
Estaba completamente desorientado y ahora se lo hago saber en forma de pregunta.
- ¿Quién sos?- Le doy pie, esperando que me responda y me contesta otra vez con el "vos sabés quién soy".
Tuve miedo de dar un nombre porque siempre que digo "¿cómo estás Fulana?", no es Fulana. Soy malísimo para adivinar quién llama.
- De verdad no sé quién sos.
- Soy Tal.
Y develada la incógnita sigue con la oración: "te emocionaste ¿eh?"
La que llamaba era una amiga que puso esa voz y arranco diciéndome "mi amor", y yo no sólo caí en la trampa, si no que me confundí y no supe en la trampa de quién caía.
Le dije que no era que me había emocionado, si no que estaba desorientado y ella me refutaba con frases como "No, no. Pensaste que era alguna mina que te podías levantar" o una pavada así mientras reía.
Volví cabizbajo a mi casa, tomado por tonto por una amiga y con dos pensamientos:
El primero es que soy vulnerable ante un "mi amor" dicho de forma sujestiva o con una voz sensual y que respondo con un reflejo peligrosísimo, porque cuando caigo en el chiste, empiezo con mi discurso de levante (que es siempre el mismo, lo cual hace la jugada más y más orsai).
El segundo pensamiento es que soy un dandy y no me da problema decirlo. Bioy Casares renegaba de esa condición porque decía que los dandys eran tipos horribles que se dedicaban a coleccionar minas. Pero Bioy era un dandy porque bien sabemos todos que un dany es todo lo contrario a esa descripción: es un tipo que la va callado; que pudiendo decir 33, pasa el envido para que la mina que le gusta haga el punto del "no quiero". Inclusive hay dandys que (robo la frase a Dolina y la uso en éste contexto) conquistan el Asia por no bajarse del caballo.
Eso es un dandy y no el estúpido de la propaganda de Cinzano. Y el dandy no tiene historias donde gana, si no que siempre pierde.
Y yo no soy dandy por elección, si no, porque me toca perder. Es lo que hay, y así y todo, me gusta.

Así que me quedo callado, perdiendo, pisando trampas que conozco bien y acomodando mercadería en un negocio toda la tarde para robarle una sonrisa a la vendedora.

Voy llegando al Asia... pero, insisto, me gusta.

3 comentarios:

Mai Lirol Darling dijo...

Vamos a ver, la definición de dandy que das complementa bastante la visión que yo tenía al respecto y aunque desconozco el comercial de Cinzano (bebida asquerosa), imagino la ridícula caricatura que hacen del mismo. Como amante del jazz que soy, en todas las biografías que he leído durante mi vida aparecen reseñados muchos dandies y ahora que lo dices, si, siempre pierden. El dandismo no son sólo trajes elegantes sino que vas más allá: es una postura diferente frente a la vida en que se ELIGE una decadencia estoica. No creo que al dandy le toque perder, el dandy se divierte perdiendo.

Keep rocking!
Adriana

Mai lirol darling...pronto on-line

Anónimo dijo...

Uuuuuh, qué loco... tu blog se ve igual a estas horas de la madrugada que a las 5 de la tarde. Faaaaaah.

Mirá, con el poder de entendimiento que tengo a ésta hora te puedo decir que: los dandys no son la "clase" de hombre que se espera que sea cuanto macho ande por ahí. Primero tiene que ser un señorito, después un caballero y después un señor.
El papel de dandy dejalo para cuando tengas que ¿Competir? con otro tipo, qué sé yo.
Ayer vi una pelea de gallos donde no ganaba el que mejor porte tenía, sino el que ya había perdido tanto que se desquitaba con el primer ave de corral que veía

(Pero qué linda comparación, hija de puta)

Y si tu amiga te llama haciéndose pasar por vaya a saber quién... ¡Alegrate!... Al menos sabe que es probable que recibis esos llamados.
Hay que verlo por ese lado. Te tiene fe, canejo.

Un beso, MD bonito.

Gabriel Losa dijo...

Muy bueno.

Lo dice una persona que estuvo en tu lugar muchas veces, que se sintió "dandy" muchas veces, y que te espera en Siberia con el caballo cansado y unos tragos a ver si nos envalentonamos y salimos a buscar chicas.

Saludos!