lunes, marzo 05, 2007

CONSUELOS

Me parece bien que haya pataleo con el post inmediatamente anterior.

Cambio radicalmente de tema.

Ayer me dije "hoy es el último día de espera y el plazo vence cuando se termina el día (mi día empieza a cualquier hora y puede terminar dos jornadas después)".
Por supuesto que la espera era sobre un tema sentimental. Estaba atento a una señal; algo -más allá de la intuición- que me indicara que debía hacer aquel llamado. Ando, de manera inexplicable, extrañando lo olvidable, pero recordando lo extrañable.
Y hasta le pegue, a puro zapateo de malambo imaginario, al piso de desesperación, porque me preguntaba a mí mismo "¿cómo puede ser que ande pensando así; que ande extrañando a esa?"
Pero sí. Me pasó. Y no encontré respuesta. Pero encontré consuelo.
Porque no hay mejor consuelo que entender la propia trampa. Desalentador el amor que se va y vuelve, pero unilateralmente. Al fin y al cabo, ¿ella qué sabe? Porque nunca la enteré de mi problema y entonces, entre el amor y la desidia de saberse eterno durante los próximos quince minutos, encontré el mejor de los consuelos; la señal contraria a la que esperaba. Me he dicho: "no llames". Porque supe, después de tanto tiempo, que ha pasado lo mejor: ella ya me ha olvidado.
Y es mejor no pelear contra el olvido de quien añoramos en silencio. Mejor mirar para otro lado y saber que mientras dure la pena el tiempo será eterno. Así que mejor será prepararse para esa inmortalidad infame, que aunque sean quince minutos, serán tan eternos y dolorosos como nunca. Como siempre.

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