domingo, noviembre 26, 2006

LA ETERNIDAD DE LA MUERTE

Dicen que alguna vez vio el Universo en su totalidad. Cada una de sus unidades y fragmentaciones.
Ya me lo habían dicho en algún lado, pero jamás lo creí. Había, como quien recuerda eternamente, olvidado el asunto.
Sin embargo la conocí y con los mismos ojos que miró al cielo, tuvo la delicadeza de mirarme y contarme todo aquello que ya había oído en palabras de otros. Ya sabemos lo que sucede cuando una historia es contada infinidad de veces: se vuelve inverosímil, fantasiosa, llena de detalles superfluos. Basta con imaginar que hablamos del cielo. Quien lo haya visto en su totalidad y lo cuente, lo hará con algunos detalles falsos y quien repita la historia hará lo mismo. Así para siempre.
Pero su discurso, apenas parecido a las repeticiones, era mucho mejor que las torpes historias ajenas. Aun quitando partes que serían el deleite de cualquier escritor de relatos fantásticos, su versión era mejor. Quizás insuperable aun por la mente más aguda e imaginativa.
Dijo que el mundo no era más que la propia interpretación. Que cada una de las cosas que nos suceden no son más que un invento propio. Una especie de derrotero de causas y consecuencias. Le expliqué que ya lo sabía, que no era ninguna novedad. Pero planteó, con habilidad, una extraña teoría. Dijo que las personas no mueren nunca, simplemente continúan en otra realidad imperceptible a la memoria. Una especie de reencarnación en el propio cuerpo y continuando con la propia vida. La muerte es sólo perceptible para los otros, pero no para uno. Y allí estaba la primer clave. Argumentó que si yo moría, ella lo notaría, pero yo seguiría, en algún otro lado, en un mundo o dimensión paralela, hablando con ella como si nada hubiera pasado. Así uno va viendo a la gente morir, pero en verdad, los que se van siguen estando con nosotros; con una infinidad de nosotros. Cada uno ya ha muerto y revivido cientos de veces. Y si no ha muerto aún, un personaje igual a uno (acaso si no es uno), se encuentra ahí, viviendo las mismas cosas que vivimos nosotros, y sin saberlo, esperando la muerte de algún otro para seguir con su vida.
Me pareció una respuesta a la muerte rarísima. Inclusive parecida a la idea Cristiana de la muerte, pero más simpática y con el horrible detalle de saber que por cada uno de nosotros hay infinidad de repeticiones. Por un lado es esperanzador, por el otro, desesperante. La simple idea de estar atado a la eternidad es aterradora y agobiante. Delesnable es saber que no basta con morirse. Luego de eso, habrá que seguir viviendo, y luego morir de nuevo, para seguir viviendo y así por siempre. Inclusive es peor que cuelquier castigo divino, ya que no existe memoria de la muerte que nos lleva hacía esa nueva vida que continúa. Uno ni siquiera puede alardear la cantidad de decesos. Retractándome de lo antes dicho, es mucho más agobiante que aterrador.
Luego me explicó que ella, junto a otras seis mujeres más a lo largo de la historia interminable, habían escapado de ese designio infame de vivir eternamente. Sólo las mujeres podían, de una forma misteriosa y secreta escapar de ese destino. Parece improbable eso, ya que sería un error del universo y éste no admite errores. Pero aquellas que lo hacían, que escapaban de la vida infinita, eran olvidadas automáticamente. No había registros de ellas. Y pasaban a convertirse en ángeles.
Así fue que creí, alguna vez, haber hablado con un ángel. Dijo que no, que tampoco era un ángel.
En el colmo de aquellas cosas inentendibles, le reclamé una respuesta satisfactoria a tantos misterios. ¿Qué sentido tendría aquella visita? ¿Para qué venir a contar que la muerte no existe, que estamos condenados a sobrellevar la carga de la propia existencia hacia ningún lado y en ningún tiempo, que sólo un par de mujeres podían conocer el secreto del reposo final, que aún habiendo escapado por lo menos vivirían aventuras celestiales en forma de ángeles, y todo esto para llegar y decir que tampoco es un ángel?
No tenía ningún sentido.
Me contó, antes de irse, que nada le importaba mucho y que si no era ángel, era porque había renunciado a esa condición, que prefería la vida una vez que la indecisión eterna.
Preferí no creerle nada. Al fin y al cabo ya había leido todo eso en algún lado. Eran teorías imperfectas, sin solución, en algunos casos patológicas. Se lo comenté en voz alta y refutó: "¿Y por qué habría de ser perfecta una teoría que nos saca de una vida llena de miserias y nos deposita en otra igual o peor? ¿Acaso las personas tenemos la tendencia a la perfección, o simplemente buscamos algo seguro y no riesgoso? ¿Qué tan perfecto es el cielo que nos cuentan las religiones, si ni entre ellas se ponen de acuerdo? ¿No es pueril y patológico andar por ahí, con la vida comprada, sin temor a saltar, a jugar la última carta aún sin haberla visto? No hay teorías perfectas o imperfectas, hay un universo que nada le importa, que nada perdona y todo lo olvida. Y aquel que se revele contra eso, será eliminado, pero no por rebelde, si no por naturaleza. La vida y la muerte no son matemáticas, pero a veces el asunto es más preciso que eso y otras veces es tan inexacto e incomprensible"
Quedé callado. Sentí frio y me quedé dormido.
Al otro día desperté solo. Recordé lo que había escuchado (imposible olvidar tales cosas en tan poco tiempo), pero sobre todo recordé que ella dijo que todo le importaba muy poco. Haber percibido eso en su forma de ser me hizo confundir y tomarla por un ángel desde el comienzo. Acaso enredado en las palabras de Chesterton, confundí la divinidad con la inteligencia. "Los ángeles pueden volar porque se toman la vida a la ligera" dijo el escritor y entonces entendí que ella sí había sido un ángel, pero renunciaba siempre a seguir siendo una imagen eterna para vivir sólo una vez. Entendí también que ella comprendía a la perfección los detalles universales. Que lo había visto en su totalidad y en la nada y que ese oxímoron eterno que llamamos cielo le había revelado cada uno de esos misterios que nada tenían que ver con la vida, y tal vez tampoco con la muerte. El Universo es eso, la vida es vida y la muerte es muerte. Y cuando esas tres cosas se juntan, cada tanto surge algo interesante.
Pero también entendí que yo no había decidido renunciar a nada, ni que tampoco había despertado de la noche anterior. Simplemente había yo adquirido la seguridad de una vida eterna y que en tal caso para despertar, me tuve que haber dormido.
Entonces entendí que me había muerto, una vez más.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querido... me encantó!
Voy a releer su prosa para poder hacerle algún comentario mas sesudo, se lo merece. Mas no quería dejar pasar el primer impacto que me produjo la lectura. Un placer...
Norma

Anónimo dijo...

Muchas gracias. Que alegría leer sus palabras. Su comentario es muy bien recibido, pero lamento que justo haya leido este relato que es más bien pobre y casi sin sentido. Es igual un placer que le agrade esta humilde prosa, que se acerca a un robo más que a un cuento breve. Ya escribiré algo mejor.
Un beso

Anónimo dijo...

Podes por favor explicar a tus amigas y a tus lectores por que carajo saliste en una foto de una revista con la rubia que trabaja con victor hugo a la mañana? que te paso? ahora salis con la novia de pepe pompin?
R

Anónimo dijo...

don ofrio, usted se pone la pluma al alma como quien carga la espada en la batalla eterna por lograr comprender un poco mas, genial!

Anónimo dijo...

Gracias. Siempre que escribo algo es notorio como me festejan estos delirios y me siento muy complacido por ello. Le digo a R, que no (aunque ya se lo dije por teléfono), que no soy yo porque no hay ninguna foto de nada. En tal caso las fotos se las ha mandado a Ud. nuestro amigo en común, pero no confundamos a la audiencia.
Gracias.

Anónimo dijo...

por qué no subir la foto? así opinamos todos... La verdad mi querido no lo imagino a Ud. retratado con la novia de Pepe Pompin pero... cosas vederes Sancho...
Norma

Anónimo dijo...

Querida Norma:
No vaya a creer Ud. que esa foto es algo real. Son fantochadas, trucajes (que linda palabra en desuso) y humoradas de mis amigos para hacerme quedar mal y ponerme siempre en offside, sobre todo con la pobre novia de Pompín que es una chica casada y a quien ni conozco personalemente. El problema es que yo contesté a la broma con otra broma y quedó un simple chascarrillo como real. No crea en nada de lo que se diga o se opine aqui, menos aún cuando me elogien y mucho menos aún cuando digan que me vieron bien acompañado, cosa que no suecede nunca.
Un gran beso.
Mar-c.