viernes, abril 21, 2006

LA MELANCOLÍA PASADA DE LA ALEGRÍA DEL FUTURO

Chau loco. Me saco el sombrero ante lo que escribió mi genial socio Manuel en el posteo anterior.
Por alguna casualidad de la vida hoy sucede algo que me veo obligado a contarlo publicamente.
Acabo de llegar a mi casa (en verdad aún no lo hice, pero casi) y abro la página y me encuentro con este relato del Doc.
Tuve que leerlo dos veces.
La primera fue para salir del asombro. Como cuando leo a Borges y me pega algún pasaje que deja entrever que caemos en una trampa literaria y todo aquello que creiamos se derrumba de golpe. Ahí tengo que volver a leerlo para sonreir. En muy pocas lineas hay algo en ese relato de Ibarrola que me inquieta, como todos aquellos buenos relatos que nos incomodan y nos dan alegría de encontrarnos con ellos. La segunda fue para decir: que orgullo ser amigo de este tipo (no necesito leer nada para decirlo, pero es bueno recordarlo con sorpresas gratas y esplendidas)
Lo curioso de esto, es que no hemos podido hablar hoy para delinear que iba o que no en el posteo de hoy, así que cuando abrí No Somos Nada (ya han pasado las 2:30 am) tuve esa sensación que da ver una foto con aquellas personas que uno entiende y lo entienden a uno, aquellos entrañables siempre, la fabulosa sensación de la presencia en la ausencia. Y ahí está ese relato que pinta con dos personajes y pocos dialogos una situación increible.
Me fuí de mi casa hoy (ayer) a eso de las 7 de la tarde y, por más loco que me parezca, me fuí cantando un tango, y pensanso: ¿Qué mambo tendría Discepolo en el bocho cuándo escribió "Uno"?
Canté todo el camino hasta llegar a destino, y volví silbando bajo...bajísimo.
Cuando leo éste relato, me doy cuenta de que Ibarrola tiene razón: no estoy cantando ningún tango, o tal vez todos.

Si los amores son cosa del ayer, entonces el que viene ya pasó.

Viva el tango, aunque nos duela.