jueves, enero 14, 2010

(PERSONAL) APOLOGÍA DEL HUMOR

Me paso todo el día buscando la forma de no ser autoreferencial. Nótese cómo empieza el párrafo; me paso todo el día.

Es muy difícil tener un blog y no contar cosas propias, salvo que uno esté todo el tiempo haciendo análisis de cosas desde una abstracción total. ¿Por qué digo esto? Porque me he pasado el fin de semana pensando en el humor y su importancia, y no podría escribir esto sin una autoreferencia, porque no voy a analizar el humor en sí, si no la importancia en la vida de cada uno; y como este es mi blog, voy a usarme a mí como parámetro.

Queda bien decir que uno se ríe con las cosas complejas, y no estaría faltando a la verdad, sin embargo también es políticamente correcto decir que uno se ríe con cosas habituales o de sí mismo. En el medio de esas cosas, pasa de todo y quizás allí hay una clave.

En lo particular me río bastante de cualquier cosa, me cuesta mucho tomarme algún asunto en serio, pero eso es un rasgo del nerviosismo. La prueba es que soy un tipo que le gusta hacer reír si está de buen humor, y si no, hago reinar el pesimismo y la tragedia. Me paso el día de mal humor y renegando de todo, pero me calmo cuando veo alguna cosa que me haga reír. Supongo que todo el mundo es así (no lo sé, tengo poco trato con la gente).

El sábado a la noche enganché en la televisión una película que me pareció buenísima. Se llama “Kiss, Kiss, Bang, Bang”; muchos me dijeron que ya la vieron (es del 2005...yo no estoy muy actualizado en temas de cine, ni en ningún otro tema) y en algún momento me pareció muy densa desde el lado del humor. Obviamente el guionista buscó ese efecto y el director hizo que Robert Downey Jr se luciera en ese personaje que fracasa y está signado por la mala suerte. Ahí está la clave: el tipo vive situaciones horrorosas, pero uno se ríe; la novia lo deja, lo usan como cebo para contratar a otro actor, miente sobre su profesión, se enfrenta al peligro con un éxito azaroso, se ve obligado a matar gente y hasta pierde un dedo que es comido por un perro. Y todo eso que podría verse como espantoso o humorístico, no es ninguna de esas cosas del todo, porque Downey da una gambeta actoral extraordinaria cuando se abraza al perro que le come el dedo, completamente abatido por haber matado a alguien; y aun con las desventuras que siguen, siempre el sabor es amargo. Casi una caricatura del humor inglés. Todo eso me hace gracia, porque es una exageración de las desgracias habituales que son bastante insoportables.
¿Y cómo se sobrelleva todo lo insoportable? Fácil: con resignación o con humor. Prefiero el humor.

Cuando tenía 15 años, la novia que tenía en ese momento me dijo “¿cómo te la das de culto si te gusta Olmedo?”. Aunque jamás la fui de culto (aparte todos mis amigos saben que no lo soy), nunca sentí una contradicción en eso; te puede gustar Les Luthier y Olmedo sin problema. ¿O alguien se anima a discutir que Álvarez y Borges no son uno de los grandes momentos del humor? Y voy más lejos: si alguien no está de acuerdo, estoy seguro de que nunca vio ese sketch, al menos no con atención.

Y con toda la mala prensa que tiene entre la intelectualidad, me gusta muchísimo Guillermo Francella. Me parece un gran actor que con recursos mínimos te puede hacer reír. Y el tema Francella da para mucho, porque hay varios aspectos en su interpretación en los que puede pasar de la comedia a la tragedia sin problema, y eso lo hacen los grandes actores (si no me creen vean a Vittorio Gassman en “Los Desconocidos de Siempre” y luego en “Perfume de Mujer” –la versión original, claro-).

Lo malo es cuando hay cosas que te dan gracia una vez, a la segunda te preocupa y la tercera es tristísima. Me pasa eso con un programa de la radio más escuchada en AM, en donde los oyentes llaman para contestar consignas inservibles. Y encima se lo toman en serio. Y para peor, hay tipos como yo que lo escuchan a veces para sentirse mal, para torturarse. Escuchar decenas de personas (tal vez cientos entre los mensajes que se leen al aire) contando cuál es la pileta que más recuerdan de los 70´s, 80´s y 90´s (de verdad, lo escuché hoy) y hacer todos los días lo mismo se acerca más a una estafa que a un programa de radio. Y son esos programas donde llegan al chiste fácil o a la obviedad, y en lo que respecta al humor, los chistes no me gustan porque suponen un remate previsible.

El gag, en cambio es distinto, porque aunque tiene un remate, puede ir hacia cualquier lado -estoy recordando la escena de La Pantera Rosa cuando Clousseau entra en una habitación oscura, prende un fósforo y camina, hasta que alguien prende la luz y se advierte que Clousseau está caminando en una cinta de ejercicio-.

En fin, me gusta el humor en casi todas sus formas y me gusta la gente que se divierte con situaciones imprevisibles, que no subrayan lo obvio, si no que caminan por una línea muy sutil donde el humor puede suceder, o todo lo contrario.

Ahora que releo este breve ensayo personal, más que una apología del humor, es una cosa bastante mal escrita y casi sin sentido...

Pero bueno, me río de eso también (y porque hay que escribir algo, porque ya me llamaron de N.S.N Entertainment y me dijeron “o actualizás o chau picho” y como saben, me pagan por escribir aquí...pero no debería contar eso).

Ríanse de todo, es lo mejor que puedo decir. Y lo digo en serio.

Seguiremos otro día con este asunto, pero él te mató...Davi y Adá...Paraaá...¡Más!...Aah, ¡pero el tema todavía da para más!

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