miércoles, noviembre 18, 2009

UNA HIPÓTESIS UNIVERSAL

“Ningún número de experimentos, sin importan qué tan grandes sean, podrían demostrar la validez de mi teoría; pero un solo experimento podría demostrar que estoy equivocado” .
Albert Einstein, sobre la popagación de la luz.

No hay mejor manera de desanimarse que sospechar el destino del universo. De todos modos podemos no abstraernos tanto (al fin y al cabo el infinito es vastísimo, lo que es igual a imaginar a la nada: imposible); alcanza con saber que nuestro sistema solar indefectiblemente chocará con Andrómeda en algunos millones de años. Si fuera optimista, diría que será un espectáculo único si aún hubiera vida en la Tierra, ya que con sólo asomarse al balcón se vería la aparición de nuevas estrellas, explosiones y colores rarísimos en el cielo.

Pero, hay que decirlo, un choque de galaxias es un escándalo y una situación bastante problemática; sólo una sale victoriosa.
Los centros galácticos están formados por un agujero negro gigante. En un choque prevalece sólo uno y todo se modifica, formándose una nueva galaxia.
Si alguien quiere seguir en su optimismo y creer que por algún extraño movimiento del azar la Tierra se mantendrá en órbita, podemos recordar que, un par de millones años después, el sol se apagará, acabando por fin cualquier resabio terrestre.

Así como sabemos el final de la Vía Láctea, podemos inferir algunas teorías sobre el final universal. La teoría más aceptada es la del Big Crunch, un colapso en la expansión del universo, haciendo retroceder la materia hasta su máxima reducción.
Aquí rescato dos preguntas. La primera: ¿después, qué? La segunda: ¿qué hay detrás del universo? Si el universo quedara del tamaño de una molécula, ¿qué es aquello que lo rodea?

Esa última pregunta es exactamente igual para el universo en su estado actual: ¿qué hay detrás del límite, si acaso hay límite?

En la física se acepta el límite como una convención; el límite es hasta donde puede verse o calcularse según algunas posiciones de estrellas y galaxias, pero esto es sólo con fines prácticos, para facilitar el estudio; se entiende que ese no es el límite.

Así como decir cien podría significar “todo” y cero “nada”, en el universo la nada no existe. Sabemos que hay “todo” (casi como una comodidad literaria), pero técnicamente el cero es inexistente. Una sola partícula en medio del vacío puede ser llamado “cien”. Esto podría graficarse así: supongamos que entramos con alguien a una habitación completamente vacía, y la otra persona nos pregunta “¿qué hay aquí?”. Por instinto uno contestaría “nada”; sin embargo quien nos acompaña podría replicar. “¿Y las paredes? ¿Y las ventanas? ¿Y el techo? ¿Y el suelo?”. Entonces allí está todo lo que comprende a esa habitación, aún cuando para nosotros no haya nada.
Por eso es imposible imaginar qué hay detrás del universo (si es que tiene un límite real, aun en constante expansión).

Alguna vez jugué –inspirado por la ley de fuerza- con la extravagante idea de distintos universos no multidimensionales, si no sucesivos. Un espacio comprendido por infinitos universos que hacen colapsar al vecino; una extraña supervivencia de la materia más fuerte, hasta que se debilita, contrayéndose, empujado por otro universo que madura, se fortalece y se expande, para luego ser contraído por otro universo. Muchos años después me enteré que esta teoría es compartida por algunos científicos, pero, hay que admitirlo, es una hipótesis de lo más extravagante.

Sin embargo, descartar teorías que no pueden ser comprobadas es un error. La astrofísica necesita también de la imaginación, hasta que una prueba refute la idea.
Si esa teoría fuera válida y cierta, también contestaría la primer pregunta que hice: ¿“Después, qué?”. Pero me animo, jugando con la imaginación, a ir más lejos: “Antes, qué?”.
Así como aceptamos la teoría del Big Bang como punto de inicio universal, la gran pregunta de la ciencia es “¿qué había antes de ese punto?”

Como buen escéptico creo que no se sabrá jamás, pero voy a esbozar una idea que podría asemejarse a un relato del género fantástico:
Algunos estudiosos de la física creen que nunca hubo un antes; que el universo es el mismo siempre, expandiéndose, contrayéndose y explotando para volver a expandirse.

En mi infancia me asaltó una idea similar: el universo se repite. Hoy, siendo un adulto torpe, rescato esa idea que tuvo aquel niño lúcido que fui. Otros mundos, otras vidas, han sucedido antes que nosotros, y nosotros, en ese afán de buscar vida en otros lados, quizás nos olvidamos de otros planetas que pudieron estar aquí mismo. Claro, es improbable, porque ese universo ya no está.

Pero como esto se trata de imaginación, quisiera creer en un universo reiterativo, fantástico, circular. Un universo en donde hace miles de millones de años, otro, que era yo, escribía estas líneas. Quiero decir: somos todos los hombres y toda la vida que, por un misterio, sucederá siempre y nunca lo recordaremos.

Es una idea platónica, pero algo esperanzadora. Aunque tal vez el destino se parezca a aquello que escribió Jorge Luis Borges en El Tema del Traidor y del Héroe: “que la historia hubiera copiado a la historia ya era suficientemente pasmoso; que la historia copie a la literatura es inconcebible”.

Creo que la vida es sólo una coincidencia, un juego del azar, ayudados un poco por la curvatura del Espacio-Tiempo y por el polvo de estrellas. Si esa casualidad se repitiera hasta el infinito en un universo que nace, crece, muere, y vuelve a nacer, para volver a ser nosotros (sin siquiera sospecharlo), entonces no todo será tan triste. Al menos no tanto.

No hay comentarios.: