domingo, agosto 09, 2009

LAS CALLES

Las calles (si podemos llamarle a esto calles) guardan una exactitud secreta. Creo haber pasado por aquí hace tiempo.
Los hombres caminan las calles sin medir esa exactitud. Algunos, he visto, ni sospechan el misterio que se esconde a cada paso. Es tal vez parte de la conducta, de esos atributos inherentes de los caminantes, escapar a las matemáticas que se evidencian.
Quiere el tiempo –con ese capricho del tiempo- que olvide a los caminantes. A veces recuerdo (o invento) sus caras, pero es casi imposible que las asocie a sus historias. Lo que no es imposible es que cruce a alguien que ya he visto antes; tengo esa vaga sensación de conocer a algunas personas. Creo que el azar, con sus aparentes desidias, ejerce la trampa que guarda este laberinto. Todo aquí es reiterativo. Todo aquí, en este rectángulo, es circular.
El azar, lo sé bien, esconde con peligrosa complicidad del destino, un secreto debajo de alguna de las baldosas. Sé que aquel que dé con esa baldosa, con ese paso único- por más que se haya repetido infinitas veces- conocerá todas las caras de los caminantes que se ven una y otra vez. El que encuentre ese lugar sabrá del destino de todos, incluso el propio; quizás por eso es tan difícil encontrarlo.
No estoy seguro de haber pasado por aquí antes, pero reconozco el lugar; reconozco las caras nunca vistas; reconozco estas matemáticas, el laberinto, el engañoso rectángulo. Sospecho que el destino me ha cruzado con el azar y encontré, sin notarlo, la imperceptible baldosa y si eso es así mi destino es penoso: dar vueltas intentando encontrar otro aparente destino, que ahora quizás sueño; y ese sueño parece el de todos: creo que todos aquí buscan dar el paso secreto. Si la percepción no me engaña, he dicho, yo ya lo encontré.
Seguir buscando algo que se ha encontrado es triste. Más triste aún es buscarlo cuando ya se ha ido y ni advertimos que el destino es buscar un destino que ya está marcado y es inalterable.
Pero lo peor es saber que todos ya han encontrado el secreto, y no se resignan al designio, aun sabiendo que no hay otra alternativa que dar vueltas.

5 comentarios:

B dijo...

claro que hay otra alternativa. siempre hay otra alternativa.

Marce D´Onofrio dijo...

Bueno, este personaje que realata la extraña aventura de encontrar un paso secreto en donde se adivinan todas las suertes, todos los designios, todas las cosas, dice que no hay, así que por el bien del relato, no hay otra alternaiva.
Ahora, si en la vida real hay posibilidades, opciones, ya es otra cosa. En esas cuadras, en ese secreto se revela algo: no hay salida.

El relato así lo dice, quizás para ser efectivo. Pero no está mal aclarar que el autor (yo) coincide con el personaje: no hay salida. Sólo se puede dar vueltas.

El destino de Hombre es desaparecer y no ser ni recordado. Si eso no es dar vueltas en círculo, no sé qué es.

Tal vez, así como no me gustan los halagos, no me gustan las refutaciones...no lo sé.

Un beso.

B dijo...

si, ya se que no te gustan las refutaciones, pero hay sistema de comentarios, y como no digo nada ofensivo, igual expreso mi refutación, con respeto, ya que los comentarios, entiendo, están para expresar lo que uno quiere.
Otro.

Marce D´Onofrio dijo...

Es cierto, y quizás leyéndolo parece agresiva mi respuesta, así que te pido disculpas porque entiendo que estas cosas se prestan a malos entendidos.

A lo que voy es que el relato no necesita de las opciones, porque es probable que no sólo esté hablando del destino de la humanidad, si no de algo más mundano como el amor. No hay peor cosa que saber que uno no será querdio jamás por una o por muchas personas y ésa es una forma de condena. Luego, mi trabajo es traducir eso y convertirlo en un relato o una canción o lo que sea. Cuando digo "dar vueltas", cuando digo "no hay salida", cuando digo "ya todos han encontrado el secreto" estoy diciendo "no hay forma de ser querido por fantasmas, no hay forma de ser querido por amores que no son". Por supuesto que la principal inquietud de este argumento es el destino que es infame y catastrófico; pero también, mucho más sutilmente estoy diciendo "no hay forma de de tener lo que no existe". por eso digo que no es tan necesaria la refutación, pero no sólo en este relato, si no en cualquiera. Pero está muy bien que creas que hay más opciones, y celebro eso. Que yo no sea optimista no significa que debas compartir esa postura conmigo.

Un beso muy grande y perdón si fui un poco descortés en el comentario anterior.

B dijo...

está bien D´Onofrio, no me lo tomo a mal (todavía). El que escribe suele ser temperamental con su obra.

Creí entender: y por eso me parece que si uno no tiene forma de tener lo que no existe, el deseo no puede eliminarse: pero sí está la opción (de eso estoy convencida) de que el deseo se puede depositar en otra cosa, en otro "objeto" de deseo. Y no poder hacerlo es lo que enferma (o la enfermedad, o la melancolía como enfermedad), pero no lo lógico o lo "sano", o el destino ineludible.
Lo digo desde la posición de alguien que suele sufrir justamente por poner el deseo en objetos que no existen excepto en la imaginación propia: uno no ve al otro, uno ve lo que quiere ver en el otro, no al otro "real" y en eso coincido con que uno ama a un fantasma: el que hemos creado. Cuando puedo VER al otro, tal cual es, el amor no busca ser correspondido o nada. Porque el otro es tan merecedor de mi predilección como yo de la suya. Si no me prefiere, es que tampoco desea a mi verdadero ser...otro lo hará. Cuando uno se obseciona (y yo suelo obsecionarme) uno pierde esa noción y el otro pasa a tener más importancia que uno, es más importante que no me quiera, a ver que en realidad, no me valora (a los fines que yo quiero, por supuesto! no?...eso que una vez dijiste "te quiero como amigo"-pero no como amante!-)
A eso voy con la opción. La opcion es poder ver distinto, ver al fantasma y comprender que no es amor lo que se puede sentir por un fantasma, sino una "atracción fatal", pero no amor.
A eso le llamás optimismo, bueno, está bien. Yo lo llamo realismo cruel, pero que puede dar lugar a cambios.