viernes, mayo 08, 2009

CARTA A LAS MUJERES QUE QUISE

A veces creo que he querido a todas; a veces a ninguna. También creo que me miento, o al menos me equivoco con un poco de intención. He perdido tantas veces la cabeza; me enamoré en cada esquina; fui tantas veces rechazado y cada tanto descansé en alguna cuadra.
Qué vulgar parece escribir una carta a todas. Debe haber un secreto que no llego a adivinar, pero lo sospecho: mis amores son sucesivos, no consecutivos. Pero lo juro, cuando estuve con alguna, estuve con ella y no con otra.
Quise a todas, escribo a todas, pero hay en cada palabra, créanme, un mensaje a cada una. No recuerdo a todas las que no me quisieron (deben ser infinitas), pero me pregunto qué hubiera pasado si me hubieran querido. Sí recuerdo a las que se tomaron la molestia de quererme. En esta especie de generalidad, veo sus singularidades: bellas, inteligentes, admirables, imperfectas. Podría, una por una, decir en qué se destacaron todas esas virtudes en esas mujeres.
Y las junto a todas y armo un ideal: allí están la espléndida novia de años, bellísima y brillante; también la que amé en secreto mucho tiempo y duró un mes en mi adolescencia; aquella compañera del secundario, hermosa, que tanto quise y nunca salió conmigo; la que, llorando, me pidió un beso y yo le pedí que descansara para luego convertirnos en amigos invencibles; la que, despechada, me insultó injustamente, la que dijo “jamás saldría con vos” y terminé abandonando por mi incapacidad para reponerme de otra pena de amor; la que me enamoró dos semanas y la primer noche que vino a casa intentamos bailar el tango y nos reímos para volvernos amigos; la última, tan linda, que se fue tan rápido como llegó y que quizás fue la mejor relación que tuve.
Todas ellas están aquí mientras escribo. Temo olvidar a alguien (quizás la mente me juegue una mala pasada, y agradezco eso). Todas conforman a una nueva persona y su ideal: este que soy yo y el amor que busco incesantemente. Busco en esas nuevas mujeres que llegan un rasgo, algo que, desde la particularidad, me regale el amor de todas. Debo estar loco...sabrá Dios qué azar se esconde en esa búsqueda.
Qué cobarde he sido. Qué mal novio y no novio he sido. Pero las quise. ¿Quién lo negaría?: las quiero. ¿Sabrán ellas que siempre, la primera vez, me han besado; que yo no besé jamás porque soy muy tímido?
Lamento tener tan pocas fotos con ellas, casi no tengo fotos; y las que tengo las visito cada tanto para viajar, inútilmente, en el tiempo. Algo les falta...quizás el alma.
Y allí están, en el pasado que no va a volver, aun cuando algunos intenten llevarme allí. Incluso cuando yo mismo intento, a veces, escaparme al pasado, para encontrarme con alguna de ellas. Y cuando llego al pasado, no es como recuerdo; ya no están allí: se han ido. No piensan volver, y eso me apena mucho, pero debo asumirlo.
Y a veces sucede lo peor: la suerte, con sus misteriosos caprichos, me cruza con alguna, y cuando nos saludamos yo busco - sin éxito - algo en la mirada, algo en los ojos que me deje ver, encontrar, a la chica que tanto amé. A las que tanto amé. Pero no hay caso.
El tiempo no vuelve atrás, y en las miradas quizás hay un pequeño destello, pero es casi imperceptible. Lo inevitable es real y triste: ya somos otros y no nos conocemos.
Y así las voy buscando, a cada una de ustedes, para seguir construyéndome a mi mismo y no enredarme en los recuerdos. Sólo, tal vez, las busco para que vean en mí, a aquel que las quiso.
Yo vivo en el futuro, porque mi pasado es ahora el presente de otros. Pero todos esos hombres que fui, han dejado la sola persistencia de un recuerdo: cada una de ustedes. Todo lo demás, lo que quedaba de los hombres que fui, es del tiempo y del olvido.

Gracias por acompañarme, aunque ni sospechen esta pena, ni esta dicha.

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