martes, agosto 05, 2008

ENTRE EL DETERMINISMO Y EL LIBRE ALBEDRÍO (O LA SIMPLE ATRACCÌÓN DE UN IMÁN)

Durante años pensé (o creí) que las personas somos libres al tomar elecciones. Tal vez, anoche, en medio de una conversación, me vi refutado en ese parecer. Al querer replicar la idea, recordé una parábola de Oscar Wilde, referida por Hestketh Pearson en el capítulo 13 de “The Life of Oscar Wilde”.

(Transcribo, ya que mi memoria, lo que tiene de buena, lo tiene de traicionera)

“Hablábamos de libre albedrío; Oscar Wilde improvisó esta parábola:
Había una vez un imán y en el vecindario vivían unas limaduras de acero. Un día, a dos limaduras se les ocurrió visitar al imán y empezaron a hablar de lo agradable que sería esta visita. Otras limaduras cercanas sorprendieron la conversación y las embargó el mismo deseo. Se agregaron otras y al fin todas las limaduras empezaron a discutir el asunto y gradualmente el vago deseo se convirtió en un impulso. ¿Por qué no ir hoy, dijeron algunas, pero otras opinaron que sería mejor esperar hasta el día siguiente. Mientras tanto, sin advertirlo, iban acercándose al imán, que estaba muy tranquilo, como si no se diera cuenta de nada. Así prosiguieron discutiendo, siempre acercándose al imán, y cuanto más hablaban, más fuerte era el impulso, hasta que las más impacientes declararon que irían ese mismo día, hicieran lo que hicieran otras. Se oyó decir a algunas que su deber era visitar al imán y que hacía tiempo que le debían esa visita. Mientras hablaban, seguían inconscientemente acercándose.
Al fin, prevalecieron las impacientes, y, en un impulso irresistible, la comunidad entera gritó:
- Inútil esperar. Iremos hoy. Iremos ahora. Iremos en el acto.
La masa unánime se precipitó y quedó pegada al imán por todos lados. El imán sonrió, porque las limaduras de acero estaban convencidas de que su visita era voluntaria.”

¿Por qué cito esto? En verdad no lo sé muy bien. Tal vez, porque estoy cambiando de opinión sobre muchos aspectos. Como dije antes, cuando quise refutar la idea de la predeterminación de los actos, recordé esta historia. Mi amiga dijo:“Uno es dueño de su destino; pero por más vueltas que de, tarde o temprano se llega a algún lugar que ya está escrito”

Wilde, tuvo la precaución de avalar esta teoría cien años antes y lo argumentó espléndidamente.
Y mucho más alarmado me sentí cuando le contesté a mi amiga “¡Ese es el argumento de ‘El Sueño de Los Héroes’!” y mi abochornamiento se debe a que a esa novela me parece la mejor novela del mundo. Recordé las palabras del Brujo Taboada, cuando le pide a Clara que evite que Gauna cumpla su destino para que no se convierta en el doctor Valerga. Otro punto a favor de mi amiga.

Peor aun me siento cuando me reconozco un determinista con orientación relativista. Se me hace imposible creer en un destino. Todo puede ser explicado por la ciencia, pero todo es a la vez relativo. ¿Qué quiero decir con esto? Que si algún día todas las leyes físicas cambiaran, yo diría “eso ya estaba determinado, porque bien explicita era la premisa del relativismo”. Parece una paradoja, pero tal vez no lo sea.

Sostengo que por cada decisión que un hombre debe tomar en su vida, existen dos opciones. Luego, dentro de la opción elegida, habrán otras dos, y así infinitas veces.
Es allí donde discrepo con el destino predeterminado: ante infinitas posibilidades, las combinaciones arrojarán diferentes resultados. Lo que sí es cierto, es que lo que iguala a todos los destinos es la muerte. Más tarde, más temprano, llega. Eso es inevitable.
Pero también es posible pensar que entre esas combinaciones interminables, existen paralelas, y las paralelas, en algún punto del infinito, se tocan. Predeterminación.

Entonces creo, que tal vez mi amiga tiene razón. Aún siendo yo un agnóstico y ella una católica, yo me abstraigo del pensamiento religioso y quizás también creo que si uno debe llegar a algún lugar en la vida, de algún modo, lo hará. No milagrosamente, si no con desempeño; pero por más vueltas que uno de, de alguna forma se llega hasta ahí.
Quizás creemos que elegimos adonde vamos, pero tal vez nuestros impulsos, al igual que las limaduras de hierro, se deban a la atracción del imán

Por eso me inquieta cuando algo no sucede y me dicen “por algo son las cosas”, o “es el destino, si no tiene que ser, no es”. Lo angustiante es sospechar que no hay escapatoria al destino. Pero en tal caso, prefiero creer que llego hasta el imán por elección propia.

Yo creo que hago esta reflexión pensando en el amor. Pero es un tema del que estoy intentando escapar hace rato. He notado que mis amistades se entristecen mucho cuando hablo de amor; pero tal vez no haya algo más cercano a la idea de Wilde sobre el libre albedrío que el amor. Allí es donde creemos que elegimos, y capaz no estamos más que viviendo una ilusión de algo que ya está decidido. Como decía Spinoza en sus epístolas: “(...)los hombres tienen conciencia de su voluntad, pero no de las causas que a ésta la mueven”

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