domingo, junio 29, 2008

SOBRE VOLAR AVIONES

Los ensayos de blogs son inservibles. Esto mismo que usted lee es inservible.
Creo que es hora de confesar algo que tal vez ya confesé antes, aprovechando que no voy a dar ninguna opinión ni reflexión de nada: hay dos cosas que tal vez no haga jamás, aunque me muero de ganas de hacerlo. Una de esas cosas es manejar un avión.
Cuando era muy chico tenía una gigantografía del comando de un avión de línea; allí me pasaba horas jugando que piloteaba esa máquina.
Siempre me gustó el mundo de la aeronáutica, pero solo el de los pilotos.
Ser piloto es una profesión extraordinaria. Tenés que manejar algo en el cielo.
Sí recuerdo haber contado aquí que alguna vez, como recurso de levante, mentí que era piloto de línea, y di todo un itinerario de vuelo (es más fácil hacerse pasar por algo que serlo, obviamente la relación no prosperó).

Como en la mayoría de los gremios, hay mitos:
Generalmente, los comisarios de abordo son homosexuales. Esto es un punto cierto. Hay muchos comisarios de abordo que lo son, pero no es regla absoluta. Sin embargo, sospecho que la vocación de aeromozo es en el homosexual lo que para una chica significa ser azafata: hay una forma de evasión, que se estimula y profundiza con la idea de estar a once mil metros del suelo, a 990 k/h.
He aquí un punto importante: así como existe el mito de los jefes de abordo, existe otro secreto (aparentemente revelado) sobre las azafatas: se acuestan todas con los pilotos.
En parte también es cierto, sin embargo tampoco es regla general.
Yo conozco a una sola azafata. Cumple bien con algunas normas, (aunque, para desgracia del atractivo de esta nota, no se relaciona con pilotos) que ya no se ven demasiado en los vuelos: Es flaca, no pasa el metro sesenta y cinco, es rubia (pero esto no es importante, yo lo resalto pero no hace al asunto) y bastante linda. Dirá el lector: "¿qué tiene que ver eso con ser azafata?", y yo contesto "tiene mucho que ver".

Las azafatas deben tener una imagen amable e inofensiva, pero no demasiado insegura. Tenés que verla y decir "es muy linda, debe ser muy segura de ella misma". Digo esto teniendo en cuanta dos premisas:

La primera es que cualquier persona puede alterarse en pleno vuelo. Al fin y al cabo uno está en un aparato despresurizado que debe transgredir la Ley de Gravedad. Es de lo más lógico que alguien se sienta mal y nervioso por estar allí arriba. Entonces, el pasajero necesita ver caras amables para no estimular el nerviosísimo. Mujeres lindas que se muevan como una novia sutil que nos da un empujón en un momento difícil de la vida, es toda una ayuda a la hora de no saber qué pasa.

Más concreto aún: supongamos que uno está en un avión medio enclenque; un Boeing MD 737 venido a menos. Uno puede advertir que el mantenimiento del aparato es un tanto ineficaz y cuando el piloto habla desde la cabina, tose. Es un viaje largo (once horas, supongamos) y el avión se mueve mucho. En un momento, agarra un poso de aire que hace creer que se viene abajo. Cuando el aparato retoma su estabilidad, aparece una azafata que uno no sabe bien si es, efectivamente, una azafata, o una mujer que se levantó de su asiento y está a punto de gritar. Si la azafata, en cambio, es linda, obliga a los hombres a mantener un cierta postura.

Pensando en esto, le pregunté a Paula, la azafata que conozco, si en un caso de ataque de nervios, ella, en virtud de mantener la seguridad del avión, puede, por ejemplo, golpear a un pasajero. La respuesta fue contundente: "al pasajero no se lo puede tocar". Eso no significa que si uno, en tanto que viajero, le quiere dar una piña, no pueda hacerlo. Eso no es una regla comercial, si no que es parte del curso de azafata.
No contentos con eso, las empresas no tienen médicos en vuelo para medicar (lo más frecuente) o atender un parto (menos frecuente, pero factible).

Imaginen esto: durante el poso de aire, un pasajero se levanta y empieza a gritar "se cae, se cae". Nadie podría estar tranquilo en una situación así. Pero mucho peor; el tipo se pone a saltar completamente desesperado. A once mil metros esto puede ser un acto que genere mucho miedo. Y allí, la azafata no puede hacer nada más que invitar al pasajero a que vuelva a su asiento. Si el tipo no accede (está en un brote arriba de un avión, no es tan fácil entrar en razón), ella tiene que insistir y llamar al comisario, quien también debe reiterar la invitación o ponerse más firme y ordenar que el hombre retome su lugar.
En una última instancia tiene que aparecer el piloto y darle un corte final al asunto, sentando al pasajero.
En todo este tramo, el pasaje entero entra en pánico porque el desbordado puede parecer un loco, o un terrorista o lo que sea.
¡Allí el problema! ¡El piloto tiene que manejar el avión! No puede venir a sentar a uno que está atacado. Lo más sano es que alguno se levante del asiento y neutralice al tipo.

Claro que hay piloto automático y copiloto, pero que tenga que aparecer el piloto a poner orden es ya un desmadre.

El último mito es que los pilotos tienen una vida glamorosa, en donde se acuestan con las azafatas, viven a lo grande, invitan a las pasajeras lindas a la cabina y a las habitaciones de hotel, y están en todas partes del mundo sin conocer demasiado los lugares. Cada lugar es sólo un punto más a seguir en un viaje eterno.

Todo eso es verdad.

Me voy, saboreando un riquísimo Johnnie Walker, etiqueta negra (mi favorito estos días, más que el Jack Daniels), con una reproducción de una charla que tuve con mi amiga Rocío sobre el asunto:
- Voy a manejar un avión, aunque sea lo último que haga en mi vida.
- ¡Es lo último que vas a hacer en tu vida!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Sii, es una profesión extraordinaria, sin lugar a dudas!
yo no me animaría jamás.
besos marce!

Anónimo dijo...

Gracias por comentar, Carla. Ya me siento bastante solo aquí ante la falta de amigos. Es lindo ver que siempre estás por aquí.
Un beso enorme.

MD

Anónimo dijo...

Un momento! Hay otros que seguimos estando cerca aunque no nos manifestemos.
Un abrazo
Adriana

B dijo...

exactamente este post necesitaba yo de aliento para terminar de decirle a mi novio que NI EN PEDO apoyo que estudie para piloto. Ya averigu� d�nde, cu�nto sale, c�mo hacerlo...yo sab�a del mito,...lo sab�a...pero la CONFIRMACION de que no es tal, es otro tema.
Dios me mand� a este blog (no voy a incentivar a mis propios cuernos, no!!!!)

Nanu dijo...

me sumo a adri...ehh lo estoy leyendo señor, no con tanta frecuencia ya que tuve un mes intenso de convivencia y amor..solo quedó el amor...volverá la convivencia, pero mientras espero...necesito de mis amigos!!
con respecto a la nota no tengo nada que agregar mas que si fuera azafata aprovecharia los mitos ja!
besoteeee

Anónimo dijo...

¡Hijos del rigor! ¡Eso es lo que son! Bah, en verdad ¡Hijas del rigor!
Tengo que saludar y agradecer a mis amigas (sí, quiero ser como Sandro) que se comportan como damas y comentaron ante mi manifestación de soledad.

Hola Lic. Bienvenida. No hagas caso a este post. Es todo un mito. Ser piloto es exactamente a cualquier otro trabajo, salvo que uno tiene que aguantarse 200 potenciales locos, terroristas, enfermos psicosomáticos, etc. Todo lo demás es mentira. Dejá a tu novio que haga tranquilo el curso.

Adri: Me extraña, que estando en Buenos Aires, la capital mundial de la manifestación y la queja, no hayas aprendido que hay que levantar la voz ante cualquier cosa.

Nanu: Sólo quedó el amor...es un lindo título para algo. Las azafatas son tremendas pero no puedo abordar mucho en el tema porque mi vida corre riesgo si revelo todo.

Un beso a todas. Son lo más. Y a los varones que leen, bueno...un apretón de manos. Bien de macho...¡a lo macho, dije!

MD.