lunes, noviembre 26, 2007

DEL OTRO LADO

Ella se despierta temprano. Muy temprano.
Todos los días pide cinco minutos más de sueño. Creo que se acuesta tarde porque pierde tiempo buscando ropa que no va a utilizar al otro día. La he visto decir "mañana voy a usar esto", para no usarlo jamás. Antes de llegar a la cama se saca el maquillaje (en verdad poquísimo, no lo necesita, apenas se delinea los ojos). A la mañana se ducha y desayuna. Cuando está de mal humor maneja hasta el trabajo. Si está contenta toma el subte.
En esta casa tenemos un espejo grande en el living. Siempre hace algo que me encanta: se mira, y hace muecas. Parece que lo estuviera probando hasta que su reflejo falle. Le divierte buscar lo imposible. Después se queda seria y se mira; se acomoda el pelo y sonríe. Me encanta eso. Se sabe linda y juega con eso. La he visto sonreír miles de veces y no me canso.
Habíamos planeado el fin de semana. Anoche viernes fuimos al cine. A mí me pareció una película bastante aburrida. Ella dijo que era "espléndida" y usó esa palabra porque yo la uso con frecuencia ("Esa impostura...qué falso sos. Nadie dice espléndido. Fingís afectación" dice seguido y me enloquece; más por amor que por fastidio).

Hoy a la mañana caminamos muchísimo. Ella estaba fascinada con todas las vidrieras de la avenida Santa Fe, luego Callao y en Quintana compró zapatos.
Por la tarde hablamos de algo que viene siendo una conversación diaria: nos gustaría vivir en París. Me mostró unas fotos de la rue Boulainvilliers, en el barrio de Auteuil-Passy. Vivió ahí tres años y me dijo que me va a gustar mucho. Yo podría tocar el piano en hoteles, le dije, y me contestó que podría hacer muchas cosas, hasta escribir una columna en Le Monde, cosa que refuté por mi pésimo nivel de escritura. Alardeando de su estupendo francés me preguntó, con perfecta pronunciación, si yo me creía malo en algo. Le dije que sí, que en todo. Sobre todo como persona.
- Yo no creo que seas mala persona. Es fácil ser malo; lo difícil es ser bueno. Para ser bueno hay que ser inteligente; la maldad es una forma de estupidez.- Sentenció todavía en francés.
Muchas veces habla en francés durante el día. Hasta hemos discutido en ese idioma, lo cual provoca un resultado ineficaz en la pelea, ya que terminamos riendo por lo ridículo de la escena.

Por la noche la encontré afligida mirándose al espejo. Tenía los ojos con lágrimas. Me acerqué a preguntarle qué le pasaba. Se quedó callada un rato largo.

- ¿No te preguntás qué hay detrás de los espejos?- Preguntó.

- Tal vez no hay nada.

- Eso es imposible y lo sabés mejor que yo.

- ¿Y vos qué creés que hay?-

- Vida- Contestó y me dejó asombrado. Me pareció una respuesta escandalosa. Hasta sentí envidia de no haberlo dicho yo antes. - Hay vida. Sucede todo aquello que no vemos, que no nos pasa. Detrás del espejo están las lágrimas contenidas, incluso las que jamás necesitaron llegar. Está todo el amor que no sentimos; el amor que perdimos; el amor que vendrá. Está Buenos Aires. Está París. Están las respuestas a todo lo que nadie pregunta ni necesita preguntar. Y están las nuevas preguntas de las certezas del mundo; de todo eso que no tiene explicación porque se lo da por entendido.
Detrás del espejo estamos vos, yo, los que fuimos, los que no fuimos, los que seremos. Los olvidos. Los recuerdos. Los vivos, los muertos. Todo se refleja de manera imperfecta. ¿Qué sabe el espejo lo que yo siento? Entonces tiene que inventarlo. Mi reflejo no sólo trabaja de reflejo, tiene la obligación de inventarse una historia, de imaginarme para imaginarse a sí mismo. El problema es que si la vida está del otro lado, nosotros estamos equivocados. Somos el reflejo del reflejo. Nada es lo que parece, jamás. Tal vez yo no sea yo. Quizás vos no sos vos. Percibimos eso, pero es falso. Nuestra realidad está condicionada. Ni siquiera este lugar es lo que parece-.

- ¿Y dónde estamos, entonces? ¿Qué nos pasa?- Pregunté entendiendo que el amor es la mejor de las imperfecciones. Que tal vez yo era una nueva versión del rival de Morel y que mi propio sueño es una isla eterna.

- Estamos acá, al menos eso parece.- Esclareció dejando salir las lágrimas. - Pero lo que nos pasa es obvio. Nosotros somos el espejo. Lo que nos pasa es que estamos muertos, aunque sea de amor; pero estamos muertos, mi amor.-

3 comentarios:

Anónimo dijo...

brillante don ofrio, simplemente brillante eh.

Anónimo dijo...

Hay mucho amor ahi!
El mejor halago para una mujer es decirle que no necesita make up.
Hermoso.
Congratulations!

Anónimo dijo...

Muchas gracias, tengo suerte por los lectores de este blog.
Quiero decir dos cosas:
Primero agradecer a Francisco por el halago. Lo hemos charlado y la comparación de este texto con algunos giros de un gran escritor argentino ha sido un eleogio que me queda grande y hasta es un poco pesimista, porque si esto es bueno, cómo serán los malos.
Muchas gracias.

A Carla le agradezco el adjetivo. La palabra hermoso es una palabra que amo desde que me he acercado a la filosfía griega, y creo que quien la usa es digna de poseerla.
Pienso también que el mejor halago para una mujer es decirle que no necesita maquillaje y te garantizo que lo hombres agradecemos que existan esas mujeres que son bellísimas.
Esto seguro que Carla se encuenta entre ellas.

Un saludo.

MD.