viernes, julio 03, 2009

D'ONOFRIO Y YO

Advierto que hasta algunos amigos tienen una imagen bastante distorsionada de mí. Debe ser mi culpa, soy un hombre espantosamente tímido y cuando estoy con gente mi personalidad cambia, me modifico. Recuerdo que Bill Wyman contaba que Keith Richards, cuando entraba a una habitación, cambiaba completamente de personalidad, tocándose el pelo y agitando los brazos. Luego volvía a ser el auténtico Richards, reservado y tranquilo. También decía lo mismo de Jagger: Mick Jagger, en un lugar donde hay gente, primero cambia el tono de voz y deja de pronunciar la letra “h”, afectando el acento. Wyman explicaba que hay que decirle “vamos, Mick, somos nosotros”, recién ahí dejaba la impostura y se convertía en Michael Phillp Jagger.
Bueno, sin ánimo de compararme con los Stones, yo cambio completamente cuando hablo con alguien, o si estoy con gente; debo estar muy tranquilo, entrada la madrugada, para ser Marcelo D’Onofrio, el auténtico, que es un tipo melancólico, algo alegre, y parlanchín, para luego quedar callado, a veces por horas. A veces por días.

Pero hay algunos hilos conductores entre D’Onofrio y yo. Parafraseando a Borges “El otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso, que las convierte en atributos de un actor”.

Así que, creo que por primera vez, voy a intentar unir las coincidencias entre uno y otro.

- Las noches escribiendo
- Las noches tocando el piano y la guitarra.
- Las noches escuchando a Mozart, Charly, los Stones, Sinatra...
- Las lecturas de mi querido Jorge Luis Borges.
- Las lecturas de mi mejor amigo, Adolfo Bioy Casares.
- Las noches no escribiendo, no leyendo, ni escuchando música.
- Las películas de Woody Allen.
- Las horas esquivando las fotos de viejos amores.
- Las horas viendo fotos de viejos amores y extrañándolas sabiendo que no vuelven nunca más.
- Las resignaciones.
- Las películas con Vittorio Gassman (y casi todo el cine italiano).
- Las biografías de los Napoleón Bonaparte (el primero y el tercero)
- Carlos Gardel.
- La obsesión por el paso del tiempo.
- Los amores efímeros.
- Los amores eternos.
- Escuchar o ir a ver La Venganza Será Terrible.
- La obsesión por el universo y su expansión
- La incesante elaboración de la teoría “velocidad de arranque cerebral” (una extraña teoría que vino accidentalmente a mí hace años y aún no puedo definirla por mis escasos conocimientos sobre neurología)
- Los recuerdos apócrifos.
- Los olvidos.


Esas cosas, y otras que omito sin intención (o todo lo contrario), unen a estos que soy. Como decía Whitman “sé que me contradigo, contengo multitudes”. En la memoria de esas multitudes, quizás sin darme cuenta, persisten estas cosas

Entonces vuelvo a citar “Borges y yo”: “Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil”.

Yo, ya no soy yo. Este que ves, acaso si nos vemos por la calle, es el reflejo de una estrella que se ha apagado quizás hace mucho, como casi todo lo que vemos, lo que somos y lo que recordamos.

Por eso me voy parafraseando una conmovedora declaración de Charly García de hace muchos años, pero sólo cambiaré su nombre por el mío: “Antes de despedirme de Marcelo D’Onofrio, por decirlo de alguna manera, quisiera volver a quererlo.

Nos estamos viendo pronto, a D’Onofrio o a mí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

la voz

Marce D´Onofrio dijo...

La voz cambia, es cierto. Se ve que me has conocido en alguna madrugada de tranquilidad (o si te lo han contado, entonces niego todo).
Gracias por pasar.

Anónimo dijo...

dejaste de escribir!!!!!!!
por qué???