martes, abril 07, 2009

LA ÚLTIMA GOTA (UN ÉXITO NACIONAL)

En estos días en donde fui atacado por una gripe que me ha dejado muy maltrecho ya que decidí no tomar ninguna medicación y curarme a fuerza de tiempo, tuve tiempo para esbozar otro argumento de película que jamás será filmada, porque no habría presupuesto necesario para financiarla, ni un director capaz de traducir en imágenes lo que digo, ni un productor que quiera poner dinero para llevar a la pantalla grande esta fenomenal idea que conmovería a las audiencias mundiales. Pero bueno, ellos se lo pierden...ya saben cómo son los productores, robando ideas, queriendo llevarse todos los méritos e inventando historias como “el señor se roba los lápices de la oficina de producción” para que los otros productores asociados nunca acepten financiar los proyectos.
Así que acá va mi nueva película, un seguro éxito de taquilla:


LA ÚLTIMA GOTA

En un futuro no muy lejano los países entran en un cataclismo moral irreversible. Argentina se convierte en una de las potencias más poderosas a fuerza de tener un Ministerio de Ciencia que se dedica a inventar y construir proyectos que ponen al país a la vanguardia de la ciencia y la tecnología. Desde vacunas anti-cancerígenas, reemplazo de células afectadas debido a enfermedades por otras sanas y hasta satélites implacables, todo se investiga y se construye en Argentina.

Por otro lado, la coyuntura política nacional es muy delicada: los odios se acrecientan y se ha vuelto a la vieja dicotomía entre partidarios de Mitre o Alsina. Así como el país se ha convertido en la mayor potencia de investigación y desarrollo, por otro lado, la vida ciudadana se torna imposible.

En ese contexto aparecen dos candidatos a presidente: el primero es un misterioso bio-robot neoliberal construido en colaboración con Chile llamado El Calo; la otra es una prestigiosa licenciada en Ciencias Políticas llamada Adriana Sabatini, la primer mujer casada y luego divorciada de otra mujer. Sabatini logra ganar las elecciones y trae un poco de paz social, aunque los liberales juran venganza.

Sin embargo, una calamidad natural pone en riesgo a toda la humanidad: un día una señora descubre con horror que ya no sale agua de las canillas.
La escena muestra que la gente sale de sus casas con cara de angustia, sosteniendo vasos. La imagen se repite en todas las ciudades del mundo; la realidad es desesperante y el destino inevitable: ya no hay más agua.

El perverso biorobot El Calo empieza su siniestra venganza: en un extraño negociado, logra adquirir la fábrica de soda Ives y la convierte en una multinacional. A partir de ese momento, la nueva empresa “Ives-El Calo” se encarga de proveer el líquido de las canillas, donde en vez de agua, ahora sale soda. Claro que para tener la soda habrá que pagar sumas siderales, convirtiendo el líquido inaccesible para las personas. Incluso es más barato conseguir nafta que pagar soda, por lo que muchos, desesperados, deciden tomar el combustible con trágicas consecuencias.
La presidenta Sabatini decide tomar una medida drástica: instruye a un equipo integrado por los más prestigiosos científicos nacionales para iniciar una búsqueda de agua en el centro de La Tierra.

La expedición, que cuenta con cuatro hombres (uno debe ser interpretado por Norman Brisky) y una mujer (una doctora en medicina, geología, física y química, que gracias a su inteligencia es temida por los hombres, preferentemente interpretada por Pamela David) salen desde el Obelisco hacia el centro de La Tierra con ayuda de una súper taladradora del tamaño de un control remoto.

En el viaje viven todo tipo de aventuras y hasta hay una escena conmovedora cuando El Calo los intercepta en algún túnel (nadie sabe cómo llegó allí, pero al fin y al cabo es un robot) y tiene una pelea cuerpo a cuerpo con Norman Brisky que con un hábil movimiento logra desatornillar una pieza clave de El Calo, venciéndolo heroicamente (aunque el robot sobrevive para dejar en claro que podría haber segunda parte). También surge un romance entre la doctora y el jefe de la expedición (quizás interpretado por Ricardo Darín).

Cuando llegan al centro del planeta, descubren con asombro que no es un núcleo de cobre, ni fuego, ni nada de esas cosas: es una gran pelota de goma y fibra de vidrio, recubierta con la tela que se usa para insonorizar estudios de grabación. Llenos de decepción, pero también de asombro, siguen cavando.

En la escena final, ya muy cansados, hacen un agujero y aparecen en una calle de Pekín. Nuestros héroes llegan hasta la China y la realidad es evidente y desesperante: Norman Brisky mira a Darín, con pesar y desdén para no demostrar su profunda ira, y le dice “Ya no hay más agua”.
Se ven las caras de los expertos que no pueden salir de su asombro, rodeados de chinos más asombrados aun por los visitantes salidos de un agujero en el piso y la imagen se aleja. Vira a negro. Títulos finales. Fin.

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