martes, abril 21, 2009

KLIMOVSKY

No estaba, ni estoy seguro de que esté bien escribir esta pequeña semblanza. Pero este sitio es un poco también un diario íntimo apócrifo: las cosas de índole personal son dichas muy por encima, casi con desdén; admito que algunas de esas cosas ni siquiera suceden.
Pero lo que sí pasó y me animo a decir es que sentí mucha tristeza cuando me enteré ayer de la muerte de Gregorio Klimovsky.

Tuve y tengo muchísima admiración por el doctor Klimovsky. Lo primero que admiré fue su versatilidad. Sigo sin estar seguro de esto que escribo por dos razones: no soy la persona indicada para hablar de este asunto por mi persistente ignorancia y torpeza en el entendimiento para los asuntos científicos; y porque estoy mezclando la tristeza, con el intento de descripción de una carrera brillante. Ser tan subjetivo está mal, pero seguiré el camino errado intentando acertar.

No quiero que se vea esto como un oportunismo. Durante mucho tiempo quise hablar de Gregorio Klimovsky en este blog y por cuestiones artísticas y de elección de publicaciones nunca encontraba el espacio, hasta que por fin pude: el 16 de abril del 2008 (curioso, casi un año atrás) escribí y publiqué aquí mismo una extraña reflexión sobre la post modernidad disfrazada en una historia en donde yo era perseguido por una chica que me hacía preguntas y pregonaba que todo lo pasado había sido mejor.

Transcribo una parte:

"- En el pasado había mejor educación y respeto por los maestros.

- La sociedad ha cambiado. En el Renacimiento se pintó La Gioconda, pero todavía se prendía fuego a los juzgados de la Inquisición. Es una gran rueda. Insisto, se ha elegido hacer hincapié en otros asuntos. Pero la educación hoy es mejor que antes, se tiene acceso a muchas más cosas. Hay nuevos métodos. En los 70´s la dictadura quería prohibir las matemáticas modernas. Hoy el gran Profesor Gregorio Klimovsky es una muestra de lo que sí se puede lograr con estudio y esfuerzo".

Allí aparece la mención por primera y única vez. Quizás nadie lo crea, pero quise destacar muchas otras veces a Klimovsky y siempre lo he postergado. Me consuela pensar que uno no siempre agradece a las personas exactas, en los momentos exactos. Es, pensándolo bien, un consuelo estúpido.

La primera vez que lo vi fue por televisión, en una entrevista hace años en donde desplegaba su magnífica inteligencia. Allí refirió su proverbial anécdota de la Facultad de Ciencias Exactas, aquella en que contaba que la primera vez que lo echaron de la Universidad de Buenos Aires sintió mucho dolor, pero a la novena vez le dio risa. En ese momento, sin conocerlo, ya lo quise mucho. Luego averigüé más cosas, leí algunos textos suyos, investigué quién era y supe que Gregorio Klimovsky fue uno de los primeros profesores que introdujo en la Argentina la matemática moderna. Será una casualidad de esas espantosas, pero hace menos de una semana encontré y repasé un libro llamado “Matemática Moderna” de 1966, y recordé inmediatamente quién logró incluir eso en los programas de estudio. Luego en los setentas, Videla y sus cómplices genocidas intentaron combatir y prohibieron la matemática moderna porque incitaba a los alumnos a pensar. Bien sabemos qué opinan los dictadores sobre el pensamiento crítico. Pero también Klimovsky le trajo más problemas a los canallas de gobiernos de facto: implementó materias de avanzada en lógica y filosofía. También investigó, enseñó y escribió sobre la ética científica y sus pormenores.
Él mismo (mucho antes) decidió convertirse en epistemólogo. Lo hizo solo porque consideró que no había calidad educacional suficiente en la materia.

Fue decano de la Facultad de Ciencias Exactas (en donde había sido profesor titular del Departamento de Matemática), profesor titular de la Facultad de Filosofía y Letras en Lógica y Filosofía de la Ciencia, integrante de la CONADEP, Premio Konex de Brillante en 1996, dos veces Konex de Platino (1986, 1996) en Lógica y Teoría de la Ciencia, defensor de los Derechos Humanos, escritor y sobre todo un pensador brillante que enseñó cómo aplicar el métodos sobre el pensamiento y las ideas, ordenarlas, evaluarlas, y ponerlas en práctica.

Siempre apostó a la Ciencia Argentina, al conocimiento, aun poniendo su vida en riesgo.

En un país donde todo se debate entre la violencia, la muerte, la injusticia, la ignorancia, las ventajas, la estupidez, parece increíble que haya existido Gregorio Klimovsky. Pero esto no es una contradicción; al contrario: es gracias a gente como él que este país tiene alegría y esperanza más allá de todas las cosas que suceden. Más allá de las opiniones sin orden en el método de pensamiento.

En estos días que se debate, sin saber nada, sobre quiénes deben vivir o morir yo me he sentido muy triste; por ese debate y por problemas personales. La muerte de este gran pensador me ha entristecido más aún, pero tengo una pequeña alegría guardada: la vida de Gregorio Klimovsky fue aquí, en Argentina, que misteriosamente confluye con la otra. Mi alegría, al fin, es que yo también intento vivir, apenas como un testigo, en ésa Argentina, la de la vida de Klimovsky.

Gracias, profesor.

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