martes, marzo 17, 2009

COMBINACIONES ETERNAS

Por una razón que no viene al caso, mi biblioteca fue ordenada con una precisión asombrosa. La mayoría de los estantes tienen dos columnas de libros: en la primera fila los libros que más me gustan, y detrás, aquellos que quizás no he leído nunca, o simplemente no me parecen buenos.
Hay en mi habitación también una suerte de escondite en una pared en donde guardo libros que no entran en la biblioteca por una cuestión de espacio. Allí hay muchos tomos de medicina y enciclopedias.
Advertí con cierto escándalo, revisando los libros ordenados (que no fueron ordenados por mí) que no he leído la mayoría de los libros que tengo. No sé si es una cuestión de tiempo, pero como dice el refrán: por cada libro que se lee, hay otro que no se leerá nunca. Cada elección, se sabe, implica una renuncia.
Creo que entre esos libros que no leí (imprecisos, difíciles, imposibles) se encuentra un tomo de El Calambre de Yeso. Si eso fuera cierto, es irremediable creer que entre esos estantes se esconde un catálogo del catálogo de todas las combinaciones de las letras que aún no han sido descifradas. Entonces, si acaso ese catálogo eterno apareciera, la sospecha se reduce a entender lo terrible de ese destino: mi habitación, con sus libros no leídos, con sus combinaciones inexactas (pero precisas para el catálogo que explica al catálogo que explica el álgebra de las infinitas combinaciones y significados) no sería más que un lado del hexágono que, a través de un corredor, lleva a otro hexágono, y así innumerables veces.
Quizás, solo sea yo una combinación de otra combinación; otro libro más. Una idea escrita y aún indescifrada. Si mi nombre (si la combinación de letras que forman mi nombre) apareciera en el catálogo, sería yo tan infinito como los hexágonos babilónicos.
Entre esos estantes me pierdo y me hago eterno. O tal vez, al existir infinitas combinaciones para las mismas letras, todo lo contrario.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

todo lo contrario?

Anónimo dijo...

tu habitación bien podría ser un alter ego.

carmela dijo...

Wow.

¡que reflexiones muchacho!