domingo, diciembre 02, 2007

CARTA DEL AUTOR A LA VIAJANTE

Estaba esperando que llegaras.
Supongo que Berlín debe ser tan linda como la describís. Ya miraré las fotos. No voy a mentirte, no quise verlas. No es falta de tiempo (¿te acordás cuándo mirábamos fotos perdiendo el tiempo tan bien?). Me cuesta aún hoy verte tan lejos.
Pasa tan rápido el tiempo, ya sabés, la termodinámica y esas cosas.
Aquí todo está igual que siempre.
La ciudad sigue calurosa y por lo demás...ni te preocupes.
Yo no he cambiado mucho. Todo lo que te escribí era mentira. A los ojos de otros sí he cambiado, pero yo me veo al espejo y veo al desconocido de siempre. Tengo los mismos berretines de siempre (mientras te escribo estoy tomando whisky), hablo igual que siempre (con palabras viejas, en desuso) y me conmueven las mismas cosas.
Ayer he comido con amigos, y no han tenido mejor idea que preguntar por vos. Hubieras visto mi cara; no esperaba esa pregunta. No supe qué contestar, así que dije la verdad, que paseabas por Viena sacando fotos y escribiendo como loca, que ahora estabas en esa convención en Alemania y volvías a Austria el miércoles. Demasiada información para alguien que no sabe nada de su ex mujer. Fui víctima de las burlas cotidianas.
Creo que no te conté un detalle sobre la obra que terminé de escribir. Aún no tiene título, pero tal vez se llame "Los Amores que Llegan" o algo así. Lo que no te conté es que hay un personaje que está inspirado en vos. Es, claro, "La Viajante", una chica que busca el cambio de forma constante.
Hoy veía de nuevo esa película de Woody Allen donde el director del estudio cinematográfico le pregunta a su mujer si se había enamorado otra vez del ex marido y ella contesta "creo que nunca dejé de amarlo".
Ahora que estás lejos puedo confesarte que íntimamente guardo ese anhelo. Que de forma desesperada estoy esperando que digas eso sobre mí. Por supuesto que he renunciado a esa ilusión de manera conciente. La realidad es fuerte e implacable. Ya no estás aquí (y hablo de mí y mi amor como una zona geográfica). Pero ya me conocés: soy un esperador profesional, un buscador de las fisuras en la lógica. Siempre en vano, claro, pero, ¿quién sabe? Sabemos bien vos y yo, que un milagro es que yo tire ahora mi vaso y en vez de caer al suelo se vaya hacia el techo. Y yo estoy aquí pensando en vos, esperando ese milagro con tu amor. Que me quieras de nuevo es tan imposible como romper la ley de gravedad. Pero espero. Por más que me aterre el hecho de que no vuelvas jamás, tanto como que vuelvas; por más que no haga nada por seducirte, por más que mienta, por más que diga la verdad, espero inútilmente, pero esa ilusión me resguarda de la desidia.
Ya no escribo poemas de amor. La fría recepción de la pequeña tirada que hicimos en Rosario del librito de poemas me ha convencido del todo de no escribir por ahora esas cosas. Mi editor (“el bobo de Rosas” lo apodé. Se parece a Rosas) quiere que le entregue una novela que estoy terminando; se llama "Los amantes del Louvre". Es una comedia sobre un guardia de seguridad y una chica de mantenimiento del museo que se convierten en amantes y cada vez que expresan su amor en la madrugada, rompen un cuadro, alguna obra, y se ven obligados a suplantarlas, primero por restauraciones y luego por falsificaciones que terminan siendo tan buenas como las originales, sin sacar ningún rédito económico, si no sólo por mantener su amor.
Te cuento esto para distraerme, pero es imposible...miro el vaso y estoy tentado de tirarlo. Sé que va a caer al piso... ¿pero si se fuera hacia el techo?
Todo es inútil. Presiento que no hay forma de olvidar, quisiera, pero no puedo. Uno ha tenido un gran amor y algunos amoríos. Creo, lamentablemente para mí, que ese amor has sido vos...y aún hoy, tal vez, esa idea persista. Reflexiono y me reprocho no haber hecho las cosas bien...nunca he sido un hombre completo, sólo un niño caprichoso y ahora pago el precio.

Te dejo, mi bien, en la distante Europa, envidiando las manos que te abrazan, deseando ser yo, aunque sea una vez, el destinatario de ese pensamiento de extrañar y de amor.
Yo seguiré aquí, tomando whisky, fumando, escuchando "My way" y esperando que el milagro suceda y que por algún error la ley de gravedad, por una sola vez en nuestras vidas, deje de ser ley.

4 comentarios:

RocanLoveR dijo...

Woow Marce, leí este texto y me quedé boquiabierta, no sé porque, no temo que sea por algo personal, tampoco quiero hacerme muchas preguntas e investigar ese "porque", algunas cosas, es mejor, dejarlas así.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

ay donofrio, don ofrio, maldito enamorado, cuando queres escribis cosas lindas eh.
tiraste el vaso de wiskey o no? uno no puede evitar pensar que tus escritos siempre son en cierta medida autobiograficos.

Mai Lirol Darling dijo...

Coincido con F G T. Eso no puede ser 100% literatura. Es un muy buen escrito y llevado a la epístola mucho mejor. ¿My way? No pudo haber hecho una mejor elección. Una vez más felicitaciones por ese talento que ojalá sepa aprovechar mucho más.

Anónimo dijo...

Uy, si, parece muy personal.
Algún amor que anda vagando lejos suyo quizás?