domingo, noviembre 30, 2008

LAS OTRAS NOCHES, LAS OTRAS VIDAS

“‘Murió’, y su tenue imagen se perdió, como el agua en el agua”
Jorge Luis Borges

Alguien dijo una vez que la noche es la vida. Esta analogía no es arbitraria. Hay en cada noche, en cada intento de pasar las horas, una metáfora escondida, pero no tanto como para obviarla: allí, donde uno busca en planos confusos, está buscando algo que modifique su destino.
Alguien en el mundo (aunque quizás no el único) descubrió que la noche, en su aparente homogeneidad, esconde infinitos planos, infinitos mundos paralelos que sólo pueden ser advertidos por aquellos que buscan algo que modifique todo lo conocido.
Esa búsqueda no es otra cosa que un milagro. Los hombres confiados han visto el milagro en cosas sencillas, en amaneceres perfectamente explicables, en sucesos cotidianos que no guardan nada de extraordinario. Sin embargo, algunos más desconfiados no aceptan nada como milagroso.
Aquel que se dio cuenta de los planos nocturnos fue confiado y escéptico; me aventuro a decir que ha sido ambas cosas a la vez. Yo, que escribo este relato, me he encontrado con él en alguno de estos confusos planos nocturnos y lo ha visto divagar, mundo por mundo, intentando creer en algo, casi con desesperación.
Puedo decir, a riesgo de quedar como un loco, que ese hombre, ante todas las miradas, era un fantasma. Nadie que lo haya visto se atrevería a contradecirme.
Al comienzo, en las primeras conversaciones, pensé que estaba enfrente de un desahuciado que buscaba algo que no se encuentra, pero habiendo conversado con él varias veces, entendí que no sólo buscaba el milagro, si no que, de forma estúpida, intentaba explicar esos fenómenos.
Una noche, que podría haber sido cualquier noche, en una discoteca me dijo
- Fijate en esa rubia. No se fijaría en vos ni en mí, aunque fuéramos los últimos dos hombres en este local. Esa mujer, esta noche, es la mujer más linda del mundo. Tal vez no lo sea de verdad, pero aquí, para nosotros, lo es. ¿Sería un milagro que se acerque y quiera irse con alguno de los dos?
- Sí - contesté, sin pensar.
- No –refutó inmediatamente-. Parece un milagro, pero no lo es. Sería milagroso si se nos acerca y de golpe empezara a flotar hasta la salida. Sin embargo, hay algo de tu respuesta que es acertado.
- ¿Qué cosa?- pregunté, y ya no estaba. Parecía haberse desvanecido.

Hubieron muchísimas noches así. En diferentes lugares me encontraba con este personaje que me explicaba qué tan difícil era conseguir o encontrarse con un hecho extraordinario.
No volví a verlo durante muchos meses (tal vez años). No lo recordé más. Tuve esos olvidos que suceden cuando uno se cansa de la gente y ya no la ve; al principio, esas ausencias resultan aliviadoras y extrañas. Extrañas, quizás, porque uno sabe que en cualquier momento la tranquilidad se verá alterada ante una nueva aparición. Luego, uno se olvida.

Una noche, quizás antes de todas las noches anteriores, lo encontré (parecía flotar muy cerca del piso) en un bar. Se me acercó y dijo:

- Qué tal amigo. Veo que no se ha movido de este plano.
- ¿Ahora me trata de usted?- pregunté casi confundido sin entender a qué se refería cuando decía “plano”.
- Es lo mismo- dijo sonriente. - Pero te trato de vos si te parece mejor.
- No entiendo qué querés.
- ¿No te has dado cuenta aún? Estuve buscando un milagro, me moví por los planos de la noche, que es donde sucede la vida, y vos aquí de lo más tranquilo.
- ¿Y yo qué tengo que ver con ese milagro?
- Fácil. Yo estoy muerto. Muero en cada lugar. Vivo en imaginaciones, en momentos que se van; quizás vivo en la memoria de alguien, pero da igual. Me muevo por las noches, que son solamente una, pero que se convierten en infinitas. Ante cada posibilidad, se abre una puerta. La misma noche guarda probabilidades incontables. Cuando surge algo nuevo, o una posibilidad, muero en ese plano y revivo en otro. Para que suceda el primer milagro, deberías creer en mí.
- Bueno, imposible no creer. Estamos aquí hablando- dije ya harto de ese discurso improbable.
- Sí, pero sin darte cuenta de la gravedad del asunto. Estoy condenado buscando un cielo. Ese cielo es el Milagro Absoluto. Un lugar donde sucede todo lo que no debería suceder. Pongamos un ejemplo...mirá esa morocha (insistió otra vez con demostrar su teoría a través de una mujer). Esta noche, que es la misma que la anterior, o la que vendrá, esa chica es la mujer más linda del mundo. Obviamente no se acercaría nunca, pero si lo hiciera, sería solamente un plano más de las noches infinitas. Opciones, dentro de las dos primeras, hay miles; quizás venga, quizás no. Si ella sonríe, el destino habrá cambiado, y entonces yo volveré a morir, y resucitaré en el fantasma que sigue, que aunque parezca yo, no seré yo.

Creí comprender el fatídico mensaje. Antes de despedirme le pregunté:

- ¿Por qué decís que esta noche es la misma que vendrá?
- Porque si bien a mí me ha sucedido, a vos todavía no. Me refiero a tu otro yo, en esa otra vida.

Entonces se fue y yo también. Cuando salí, di un último vistazo a la morocha que, misteriosamente, me dedicó una sonrisa.
Fui hasta una discoteca a distraerme. En el camino sentí que la noche era otra; no puedo precisar si anterior o posterior, pero pude advertir que ya no estaba donde estaba hace un rato. Algo parecía haber cambiado.
Llegué, y me apoyé en la barra mientras miraba a la gente bailar. Alguien que me resultaba familiar pedía un trago al lado mío. Giré hacia él y un tanto abochornado aún por mi encuentro con el supuesto fantasma en el bar, pensando en lo que me había dicho, le dije a mi compañero de barra

- Fijate en esa rubia. No se fijaría en vos ni en mí, aunque fuéramos los últimos dos hombres en este local. Esa mujer, ésta noche, es la mujer más linda del mundo. Tal vez no lo sea de verdad, pero aquí, para nosotros, lo es. ¿Sería un milagro que se acerque y quiera irse con alguno de los dos?
- Sí - contestó, el hombre.
- No –refuté inmediatamente-. Parece un milagro, pero no lo es. Sería milagroso si se nos acerca y de golpe empezara a flotar hasta la salida. Sin embargo, hay algo de tu respuesta que es acertado.
- ¿Qué cosa?- llegó a preguntar, pero ya me había ido.

Salí del lugar ahora sí creyendo en la existencia del fantasma. No sólo era imposible no creer en él porque se hubiera sentado a hablar conmigo, si no porque, a esta altura es evidente, ese fantasma soy yo.
Ese fantasma anacrónico que no sólo anticipaba mi destino, si no mi propia muerte.
Soy yo aquel que busca incesantemente los planos nocturnos esperando que algo cambie para siempre. Fui también el que buscó la sonrisas imposibles, y el que advirtió, al que seré, sobre su infinita condición.
Allí, el fantasma del que fui y el fantasma que seré (y acaso este que soy) buscan revivir en cada noche, que es una misma noche. Por eso la noche es la vida, porque allí se esconde la esperanza del oportuno giro del destino.
Así como advierto que he sido todos estos hombres (porque conservo todas sus memorias e inevitablemente somos la memoria de los que hemos sido), también advierto que pronto dejaré de ser este hombre que parezco ser, para perderme en otros recuerdos y en otros olvidos; en las otras noches, que será una noche eterna, y en las otras vidas, que empezarán y morirán a cada hora.
Y mientras muero aquí, busco ahora el milagro que permita al próximo fantasma (o a todos los fantasmas superpuestos que soy) vivir aunque sea un rato más: la noche que el destino inexorable se modifique por completo. Un plano de la noche que me lleve a un instante, por más sutil que sea, que no haya existido, y que me permita creer que el final es sólo un paso.
Dicho de otro modo: busco un lugar, una noche dentro de todas las mismas noches, en donde todo lo que no deba suceder, suceda. En donde amanezca a las dos de la mañana. En donde la mujer más linda del mundo se vaya con alguna de mis otras vidas –o con este reflejo que soy-. En donde alguien de todos aquellos que añoramos (incluso también reflejos fantasmales) nos reciba con una sonrisa y nos diga “Gracias por venir, te estaba esperando”.
Eso, infiero, es el Cielo. Tal vez no haya mejor Cielo que ese.

viernes, noviembre 21, 2008

CATÁSTROFES FANTÁSTICAS

El hombre, a lo largo de la historia, ha logrado dominar muchos aspectos naturales para evitar grandes catástrofes. Esto significa que hay miedos que pueden ser manejados.
Sin embargo me gustaría plantear dos cosas que me aterrorizan de sólo imaginarlas un segundo.
Creo que casi todo puede calcularse en la Tierra, ¿pero que pasaría si algo se presentara imprevistamente desde el espacio?

Primer caso:

Imaginen que una noche vemos al cielo, y la luna se ve gigante, más que de costumbre. Hay noches que se ve así, hermosa, naranja, y parece una escena de película. Pero mientras contemplamos esa imagen extraordinaria, advertimos que el radio del satélite comienza a agrandarse cada vez más; en menos de dos minutos se hace evidente que la luna está por caer sobre la Tierra. Sabemos que no hay escapatoria. Lo peor es que no tendremos posibilidad de escapar por más que fuera a caer a miles de kilómetros de donde estamos, si no que mucho antes de que caiga, a los cinco minutos de darnos cuenta que la luna se nos viene encima, el planeta perderá la órbita y en menos de 30 segundos moriremos congelados ( si la Tierra se desplaza sólo unos metros en sentido contrario al sol) o carbonizados (si vamos hacia la gran bola de fuego). Perdida la órbita, en sólo segundos, perdida toda la vida en la Tierra que será una gran roca divagando por el Universo.

Segundo caso:

Un día, muy pronto, un grupo de científicos, los más destacados de todos los países, habla al mundo y anuncian: “Lamentamos muchísimo tener que anunciar, luego de estudiar el caso durante los últimos diez años, y guardar silencio al respecto ya que hemos esperado, casi como un milagro, que la masa llegue a cero y se cierre –cosa que no ha sucedido- que un agujero negro que está a muy pocos años luz de aquí, ya está absorbiendo a las estrellas más cercanas, y por los cálculos incompletos de las antipartículas expulsadas desde el agujero, sabemos que dentro dos años –aunque el cálculo puede ser impreciso y pueden ser tres o menos- nuestro plantea será arrastrado por el agujero y caeremos ahí. Nos apena informar que no hay absolutamente nada que podamos hacer. Habrá que ser fuertes, y esperar a que seamos absorbidos por este agujero sin fondo. No guardemos esperanza de ir a parar a otro universo. Sólo recemos para que el final de nuestro planeta con todos nosotros adentro, sea lo menos aterrador posible”.

Imaginen eso. La Tierra desplazándose hace un inexorable final en un agujero negro o perdiendo su órbita.
Si eso no los aterra, no los aterra nada.

lunes, noviembre 17, 2008

EL TERCER SIGNIFICADO DE LOS NOMBRES AUSENTES

I
Intenté buscar a aquella mujer que amaba. No supe, no sé, quién era, ni quién es.
Estuve en todos lados, viví todos los romances que pude. Quizás, como decía Wilde, el amor sólo existe una vez; luego uno busca repeticiones de ese amor inicial.
Busqué en escritos, en hojas de cuadernos tachadas, algún rastro que estoy seguro haber dejado. Mejor dicho, alguien de todas las personas que fui ha escrito algo, algún nombre que pasé por alto y busco sin descanso, incluso mientras escribo esto.
¿Cómo puedo haber olvidado un nombre? Nadie tiene una memoria tan frágil; por lo menos nadie que se jacte de haber amado. Hay una trampa en todo esto: son más los amores no correspondidos que los que sí. Entonces podría decirse que entre todas esas mujeres que quise, aún sin que me quisieran, hay escondido un nombre que es la clave de esta búsqueda.
He fraguado este argumento con una precisión débil: me lo ha revelado un sueño. Qué estúpido hay que ser para creerle a un sueño. Quizás lo inventé, o no, pero una noche apareció en un sueño una mujer sombría que dijo cosas que me obligaron a seguir la pista.
Debo ser justo con el lector: esta temible confesión se debe a la falta de una trama concisa, súbitamente aparecida en ese sueño, que me obligó a trabajar sobre ciertos datos confusos e incompletos. Hubiera sido mejor escribir una historia de piratas, sin embargo este intento de dar con la mujer que completa la pista de un sueño, o el significado de un sueño más poético que personal, no es tan distante a una aventura de alta mar. A partir de la revelación, empezó la búsqueda del nombre y de la imagen de esa persona citada en el sueño, y luego, hija de la frustración por el fracaso en el intento, surge la trama que esconde este relato. Esto no es otra cosa que una excusa para justificar una historia que apareció por azar, ante la falta de trabajo en un argumento original
En mayo me encontraba escribiendo una novela a razón de un capítulo por día. Había decidido que no podía dejar de escribir hasta completar el capítulo empezado. Así estuve más de un mes. En la novela el argumento gira sobre la búsqueda de algo, o alguien que puede no existir. Como método sencillo para iniciar esa búsqueda, hice que el protagonista soñara con una mujer desconocida que luego encontraría en una reunión y no volvería a ver. Allí se desencadena la historia. La trama estaba dominada, no representaba demasiados problemas, hasta que empezaron a existir imperfecciones que debilitaban el argumento.
Intenté corregir el borrador, pero era demasiado tarde; estaba perdido. Rompí hojas, tiré otras y decidí empezar de nuevo, cosa que no hice. Estaba perturbado y cansado para seguir adelante. Confieso que por un momento temí por mi salud mental al obsesionarme por la historia. Tuve miedo de convertirme en el personaje del libro.
La última noche de haber corregido inútilmente el manuscrito inicial, me dormí trabajando. Allí, tal vez influenciado por la historia, fue cuando apareció la mujer sombría. Recuerdo el sueño perfectamente, y lo que es peor, recuerdo cada cosa que dijo la aparición.
Por respeto al lector, ya que bastante irrespetuoso soy al describir un sueño y un relato en base a esto, omitiré detalles, sólo diré lo importante. Cuando la mujer improbable se presenta, mantiene un diálogo conmigo. Menciona algunas cosas y personas (que eran parte de mi novela), y dijo: “el sueño de ese hombre es inverosímil. ¿Por qué se encontraría con una mujer a la que no conoce? No olvides que mientras dormimos aquí, estamos despiertos en otro lado y que así cada hombre es dos hombres. Tal vez él la conocía en ese otro lado, como tal vez vos mismo me conozcas y estemos hablando allí donde estamos despiertos”.
Quise saber su nombre. “En una página, de aquellas en donde algo signifique otra cosa, vas a encontrar un nombre. Ahí estoy, pero más importante aún es que ahí está la clave que buscaste toda la vida” Desperté sobresaltado. Jamás había soñado algo tan conciso y tomé nota con la mayor precisión posible de eso que había escuchado. Volví a dormirme.
Me desperté muchas horas después entre los borradores. Leí lo escrito en la madrugada; la letra era casi incomprensible. Me pareció que sólo había sido un sueño vulgar y desestimé el asunto, aunque había algo allí que me parecía conocido. De todos modos sospeché que muchas de esas palabras eran parte de mi inconsciente como una solución al libro; no me pareció acertado hacer caso a eso y decidí olvidar todo. Así fue como esa tarde comencé a notar que ya no quedaba mucho por corregir y empecé a tirar y romper las hojas como describí anteriormente.

II
Más allá de la torpeza en el aspecto temporal hasta aquí en este relato, intentaré no alterar la cronología de los hechos en adelante.
A mediados de julio un matrimonio amigo me invitó a pasar unos días en su casa de Montevideo. Decidí aceptar la invitación para comenzar a trabajar de nuevo en la novela aprovechando la tranquilidad de la ciudad oriental. El plan inicial era quedarme allí una semana, pero los hechos modificaron todo lo previsto.
Llegué un lunes, apenas después el mediodía. Llevé conmigo la computadora portátil, muchísimos cuadernos, y varios libros. En esos títulos estaban La Política, Noches Blancas, Allá Lejos y Hace Tiempo (ese espléndido libro de Hudson que releo todo el tiempo), Ficciones, el primer tomo de Las Aventuras de Sherlock Holmes y Un Campeón Desparejo. Debo aclarar que no estaba leyendo todos esos libros, si no que cada noche elegía uno y leía algunos pasajes, o los uso para robar ideas en lo que estoy escribiendo (hablo en presente porque aún llevo esa rutina).
Los primeros días fueron muy buenos y tranquilos; el excelente clima ayudó mucho y el frío fue bastante benévolo y débil. El miércoles a la noche, como casi todas las noches cuando voy al Uruguay, cenamos afuera. Cerca de la medianoche mis amigos regresaron a la casa y yo decidí caminar un poco por el centro. Conjeturé que sería maravilloso vivir en Montevideo, pero quizás fue esa clase de ideas que tiene todo el mundo que llega a algún lado. Caminaba cerca del puerto, miraba el mar y creía que el mundo era muy grande e inseguro. “No hay necesidad de ir a ningún lado” me dije y empecé a imaginar un mundo paralelo, pero con más imperfecciones. “De alguna manera eso ya pasa”, pensé riendo mientras recordaba que el universo todo lo va modificando, aún cuando nos negamos a ese cambio.
Llegue a la casa y me acosté a leer. Aquí empieza aquello que modificó mi manera de pensar. No hubiera empezado la búsqueda si esto que voy a describir no hubiese ocurrido. Cada tanto se nos presenta una señal; ante esa clave uno puede elegir seguirla o no, pero a veces las señales son ambiguas y confusas. Se necesita algún dato que complete el significado de esa clave para confirmarla o refutarla.
Quizás fue una casualidad, (todo lo casual que puede ser algo que modifique la forma de ver las cosas), pero quise leer otra vez algún cuento de Ficciones a pesar de estar cansadísimo. Empecé con Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. Hace mucho que no releía ese cuento; incluso creo que lo había leído sólo una vez hace muchos años, lo recordaba sin ninguna precisión. Mi mente no estaba en condiciones de entender todo el cambio laberíntico que Borges anticipa con la llegada del mundo Tlön, con sus rigores y su pasado impreciso. Allí estaba la pieza que completaba una parte del enigma que había aparecido en el sueño casi dos meses antes. Hay un pasaje del cuento que hizo de disparador (transcribo textual): “Otra, que el universo es comparable a esas criptografías en las que no valen todos los símbolos y que sólo es verdad lo que sucede cada trescientas noches. Otra, que mientras dormimos aquí, estamos despiertos en otro lado y que así cada hombre es dos hombres”.
Quise creer que lo que estaba leyendo era mentira, que fuera otro sueño imposible. Me incorporé de la cama casi desesperado; en el movimiento brusco tiré el vaso que estaba en la mesa de luz, pero casi no me importó. Fui a buscar mis cuadernos, repasé las páginas una y otra vez; busqué las hojas sueltas, miré cientos de veces. Encontré, al fin, lo que temía: la anotación en letra imposible con las palabras de la mujer aparecida en el sueño: “El sueño de ese hombre es inverosímil. ¿Por qué se encontraría con una mujer a la que no conoce? No olvides que mientras dormimos aquí, estamos despiertos en otro lado y que así cada hombre es dos hombres. Tal vez la conocía en ese otro lado. Tal vez vos mismo me conozcas y estemos hablando allí donde estamos despiertos”.
La frase transcripta coincidía, como una copia apócrifa, con las palabras escritas por Borges. No había estado leyendo esa historia, nadie me la refirió y no pude haberla recordado; no hubo respuesta al asunto. No sé aún cómo llegó a infiltrarse en ese sueño un pasaje tan breve de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius citado a la perfección, camuflado entre más palabras de otra frase. Estaba tan sorprendido que apenas noté que me había hecho un corte profundo en el pie derecho por los vidrios en el piso.
III
Volví a Buenos Aires el jueves a la mañana. Sentí que no podía perder tiempo, aunque no sabía bien qué es lo que iba a buscar ni dónde. En el barco tuve demasiadas ideas, pero todas muy confusas. Necesitaba averiguar cómo había llegado esa oración a mi sueño. Creí hasta ese momento que las coincidencias eran posibles y nada sobrenaturales, una serie de hechos azarosos que pueden signar un destino porque sí. Ahí aparece la palabra clave: destino. En menos de doce horas había cambiado la forma de ver las cosas vitales. Si hasta el día anterior creía que una vida estaba hecha de coincidencias, en el viaje de vuelta confirmaba para mí que todo está predeterminado.
No existe una base lógica para esa conclusión, pero soñar a mujer que da un concepto, que luego es anotado con exactitud en una vigilia forzada y esa frase contiene una oración exacta tomada de un cuento que no es recordado, tiene la misma base lógica que una explicación psicológica podría enmarcar; con todo lo lógico que tiene la psicología.
Ocupé esos días a estudiar mis propios escritos. Había en ellos símbolos y fracciones dignas del pasado de Tlön: inverosímiles, pero ligeramente creíbles en base a la sutileza del olvido del presente. Pequeños cambios, algunos escandalosos, pero que al sustituir la realidad, aunque sea en fragmentos, se van convirtiendo, a fuerza de estar allí, en verdades.
Encontré tantos nombres disfrazados que no sabía a quién correspondían. Cuando leía Andrea, podía estar refiriéndome a alguien que se llame Victoria. Ese caos de nombres se convirtió en un nuevo orden, en un tercer significado. Ya no podía identificar qué mujer se escondía detrás de un nombre. La mentira, con discreción y perseverancia, se había convertido en realidad.
IV
Estaba rendido completamente. Si los viejos significados no valían nada y yo tenía razón al creer que todo está predeterminado, me entregué a ese destino; a creer que no había nada por hacer y que no habría forma de modificarlo.
Comencé a pensar que todo lo que uno haga es inútil porque, al fin y al cabo, nada modificará el destino de los hombres. Esos destinos, en conjunto, forjarán un nuevo capítulo en una historia que tiene infinitas variables y que podrán significar algo para alguien, y luego será, indefectiblemente, parte del olvido. El destino es el olvido. Por eso todo se modifica sutilmente, porque olvidamos lo que hubo antes. Ese mundo grande e inseguro que había visto en Uruguay, ese mundo paralelo que había imaginado también, son la misma cosa.
Me dormí entregado al destino, y esa noche comenzó la primera parte de la respuesta infinita.
Soñé con la misma mujer sombría. Sabía que estaba soñando; lo advertí a tiempo y quise preguntarle -sospechando que no la vería otra vez- cuál era el nombre que debía buscar.
“No lo prolonguemos más”, dijo y la mire como si acaso la quisiera.
“Buscaste y encontraste algo nuevo: la incertidumbre. Puedo decirte que yo soy ese nombre que buscabas, porque no tengo nombre. Ahora soy un nuevo símbolo. Yo soy todas las mujeres, o mejor, todas las mujeres que nunca quisiste o no conociste. Soy todo lo que no ha sido en tu vida. Todas las mujeres que faltan para completar la historia, no sólo la tuya, si no la de ellas. Quizás por cada persona que amamos, hay otra que nos quiere y ni siquiera sospecha que nos conocerá, y si nos conocen, entonces seremos una ausencia presente; una sombra de una sombra y de un anhelo. Ahora vas a tener que seguir buscando, no para encontrar, si no para completar una parte muy pequeña de tu historia y de quien te quiera, y así, lograr nuevos significados y lograr nuevas ausencias”
Desperté aliviado pero con la angustia de entender algo. El sueño es parte del destino de ese que soy mientras duermo. Ese que soy en aquel lugar que imaginó Borges. Aquí, mientras tanto, siendo la vigilia de mi yo paralelo que duerme, sigo solo.

Con respecto al nombre entendí que no importa cuál es, tal vez porque en esa ausencia está la clave. Un orden, una secuencia que merece y debe ser completada desde todo aquello que no está.
Cuando algo comprende diferentes piezas y todas ellas están, el símbolo será uno solo. Pero cuando la figura es incompleta y no puede entenderse, su significado es infinito al igual que sus probabilidades.
Así también es el amor que no es. Habrá que encontrarle, entre las infinitas posibilidades, un significado parcial, aún cuando nada significa algo. Por eso en las ausencias imperceptibles, en las ligeras modificaciones, al igual que en los sueños, el universo se manifiesta; nos da a entender que algo falta, que puede tener un significado o que todo puede ser perfectamente inútil.
Por eso son más los amores no correspondidos que los que sí; porque todo es ausencia. Y si llegara a existir algo y tener un sólo significado, tarde o temprano se perderá y será otra cosa.
Así como son más los lugares en los que no estamos. Eso somos: todo lo que no es y todo lugar que no hemos visto.
Mientras, el universo sigue su curso infinito. Modificándolo todo con señales apenas perceptibles. Nosotros creemos que todo es igual y que todo guarda algún sentido. Lo infinito, con sus cambios y sus olvidos, demuestra lo contrario.

miércoles, noviembre 12, 2008

EL OLVIDO DE LAS EX NOVIAS

Voy a contar una infidencia que es verdad y no una mentira como todo lo que se escribe aquí.
A veces me siento a ver con mi abuela las novelas que mira. En casi todas, al igual que en muchos libros, la trama central consta de una pareja que debe separarse por cualquier motivo, salen con otras personas, se esquivan, pero en realidad están enamorados el uno del otro en un secreto a voces. Todos lo saben, y hasta a veces los protagonistas se confiesan ese amor, pero por mil razones no pueden estar juntos.
Generalmente la mujer demuestra que no puede olvidar a su antiguo novio, y al tipo le pasa lo mismo.

Bueno, no digo que eso no le pase a nadie, pero siendo un tipo más o menos común, sin pretensiones y llevando una vida de lo más aburrida y sin ninguna emoción, puedo decir que, como espectador medio, me siento no representado por esas novelas.

Juro que tengo una colección de nombres de mujeres que me han olvidado sin ningún problema.
En la televisión, los actores fingen que se olvidan entre sí para no hacer sufrir a la antigua pareja. En mi caso, si las minas que me olvidan llegaran a estar actuando, la performance es tan, pero tan buena, que hasta yo la creo.
No sé si solo pasa en las novelas, tampoco sé si le pasará a otros hombres, pero mis ex parejas, incluso chicas con las que salí dos semanas y que no llegan al rango de novias, también me han olvidado de una manera extraordinaria. Es lo que mejor les sale.
Como hombre puedo decir que yo no me olvido de nadie, aún cuando finjo que es así; pero se nota que miento. Ahora, pueden preguntarle a alguna, a cualquiera, que se haya involucrado conmigo, y la reacción sería así: “Aah, sí, sí. Creo que me acuerdo. ¿Vive aún?”

Hay otras que se van, aparecen años después y luego dicen “sí, te guardo cariño como a un hermano”, ¡como si eso fuera algo bueno! Sepan las chicas que leen esto que ese es uno de los peores insultos que un tipo puede recibir. Nunca le digan eso a un ex novio, salvo que quieran vengarse de él.
También están las mujeres que dicen “hice las cosas muy mal” y luego del arrepentimiento, siguen haciendo cosas irritantes sin problema alguno. Hay chicas que tienen la rara habilidad de exasperarlo a uno, aún no siendo novias.
Debo estar pagando algo muy malo, o pagando por adelantado (lo que me dará crédito libre en el futuro).

En verdad soy uno de los peores novios del mundo, malo y desconsiderado, y si yo fuera una de esas novias, también me hubiera olvidado de mí hace largo rato, pero podrían disimular un poco más y hacerme creer que por lo menos me extrañaron dos días.

Así que desde aquí, encabezo la lista de hombres que pedimos a los productores de novelas, tramas con protagonistas olvidados, no queridos, cambiados impunemente por otros tipos mejores y sin posibilidad de hacer nada, o cambiados por viejos amigos.

Algún día voy a publicar esa colección de nombres...algún día.

¡Qué desdichado soy! ¡Qué desdichado!

lunes, noviembre 10, 2008

EL GRAN CHISTE LLAMADO OBAMA

En los últimos días, el tema central del ciudadano promedio es la victoria del señor Barack Obama en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.
Este interés, seguramente mundial, merece por lo menos dos o tres observaciones.
El primero es la inusitada alegría que ha provocado esta victoria. Es insólito que muchas personas se alegren por una elección extranjera antes que por la democracia propia. Esto tiene una explicación: se cree en Argentina (o en cualquier parte) que nuestros políticos son estúpidos, corruptos, prepotentes e incultos y que el nuevo presidente estadounidense es el paradigma de la nueva política. Es posible que las consideraciones de los dirigentes locales sean en parte ciertas, pero la afirmación sobre Obama es por lo menos desacertada.
No hay nada nuevo en la propuesta política del demócrata. Si se pusiera en contexto, no hay demasiadas diferencias con el estilo Clinton. Obviamente, comparadas con las propuestas republicanas, todo parece maravilloso. Esta comparación ha provocado una confusión general: los que no votaron a Obama creen que él es un socialista que abrirá las puertas norteamericanas a cualquier inmigrante que intente entrar. Eso, de más está decirlo, no sucederá. Los Estados Unidos viven una de sus peores crisis económicas y ya muchos han señalado a los extranjeros como parte culpable. Los latinos, por supuesto, eligen al que creen el defensor de sus puestos de trabajo y su permanencia en el país, apoyándose en la confusión creada por los simpatizantes de Bush y de Mccain.
Insisto con la confusión; un vecino mío, estadounidense y republicano, dijo que Obama no le gustaba nada y que era un terrorista.
Algunos lo ven como un desertor de las causas de guerra y otros lo ven como el que detendrá la guerra.
Lamento decir que no sucederá nada de eso. Obama propuso retirar las tropas en Irak, pero, se sabe bien, analiza muy seriamente la situación en Afganistán e Irán para intervenir militarmente. Clinton también lo hizo, pero su escándalo personal, en medio de una época muy frívola, evitó que la guerra fuera tema central.

¿Pero qué hace parecer a Obama el bueno de la película?

Primero que es negro. Se destaca el color como una virtud, cuando eso mismo es la discriminación de la que tanto hablan. Es como celebrar que un presidente sea judío, homosexual, o que usa silla de ruedas.
Insólitamente, aquí todo fue mucho más maduro cuando Gabriela Michetti se consagró vicejefa de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Ningún diario escribió “la primera vez que una vicejefa asume en silla de rudas”. En tal caso, el papelón fue de su compañero de fórmula (¡oh, sorpesa!), cuando la hizo dar vueltas como una calesita.
Claro que Estados Unidos tiene una historia muy difícil con la discriminación, pero ya estamos muy entrados en el siglo XXI como para seguir festejando diferencias.

Lo otro que se ha destacado es la oratoria. Se halaga muchísimo la forma de hablar del señor Obama. Se lo ha comparado todo el año con Kennedy y nadie advierte lo negativo de eso (recordará la izquierda local los malos ojos con los que se miraba la política del presidente asesinado, sobre todo con Cuba).
Pero hay que hacer foco en la forma de hablar. En la transmisión que vi de las elecciones, el presidente electo decía “no somos un conjunto de estados rojos y azules” y los conductores televisivos clamaban “¡qué oratoria!”
Seguramente es bueno hablando, pero no es nada del otro mundo. La gente suele enamorarse de los políticos de buena oratoria, sin importar mucho las propuestas de fondo. Esto significa: si alguno se presentara diciendo “no se cobrarán impuestos los próximos 4 años porque tengo la fórmula para utilizar las reservas y que aún nos sobre dinero por 4 años más” y eso fuera cierto pero lo dijera con inseguridad y tartamudeando, nadie lo votaría. En cambio, si hablara a los gritos y con seguridad, dijera dos o tres frases obsecuentes (no es el caso de Obama, pero lo uso para ejemplificar) la gente atribuiría al candidato el valor de la austeridad y el no despilfarro del dinero.

Como he dicho, Estados Unidos vive un muy mal momento; Obama estará muy ocupado como para ser bueno con el resto del mundo. Me refiero a que nada va a cambiar en la economía mundial ni todos los países serán más felices con la llegada de Obama ni de nadie. No es la nueva forma de hacer política; es la simple evolución de los estados que van girando hacia donde van los mercados. Nadie hace solidaridad; son las reglas. Cuando cayó Enron, el gobierno norteamericano se limitó a ver cómo se desplomaba la firma, porque aún siendo el principal sostén de la economía norteamericana, los demás gigantes económicos ocuparon el espacio vacante.
En este caso es igual. Se irán modificando los presupuestos, las compensaciones, el valor de los bonos, se darán 90 días de gracia a los hipotecas de vivienda, y todo se irá acomodando. El capitalismo hará caer a los que haga falta y seguirá su rumbo sonrientemente
Es innegable que el sistema económico necesita un cambio y así será. Pero no va a ser Obama el que instale el socialismo, justamente.
Todo se va modificando, pero las cosas conservan alguna memoria. Esa es la perseverancia, y así será el capitalismo. Cambiará, pero conservará algunas cosas de su memoria.

También se ha insistido muchísimo con el aspecto histórico de la votación. Casi todos los titulares decían “histórico”. Eso me recuerda la votación “no positiva” de uno que se va acomodando donde puede con una placa que decía “histórico”.
Todo ahora es histórico. Gran problema van a tener los historiadores del futuro para diferenciar lo que merece ser rescatado del olvido de lo que no.
En vez de darle un carácter a todo, habría que esperar a ver qué dice el tiempo.
Claro, se dice que es histórico por ser el primer presidente negro. ¿Alguien está seguro de eso? ¿Alguien buscó en alguna enciclopedia? La gente suele corregirme y creen que hablo de Luther King. Yo contesto que hay que chequear todos los presidentes desde 1776, averiguar si alguno murió en actividad, ver sus vicepresidentes y confirmar que ninguno haya sido negro. Más de un periodista se llevaría una sorpresa.

Por otro lado quiero terminar esta crónica con una reflexión sobre la democracia.

Durante muchos años fui un crítico de los Estados Unidos, de su sistema económico y de su política exterior. Sin embargo, sospecho (no vengo a descubrir nada) que es un gran país.
Una vez un profesor de sociología y simpatizante socialista me dijo “nosotros criticamos a los yankies, pero los tipos tienen una virtud enorme: mientras acá estamos acostumbrados a trabajar solos, allá se juntan seis y van a la luna” Es cierto.
Y me atrevo a decir que las costumbres, en muchos puntos, se parecen a las nuestras. Sé que lo digo puede parecer polémico, pero tengo en cuenta dos cosas.
La primera es que por cada defecto, todos los países tienen algo bueno. Hay quizás una ley universal que compensa los desniveles. Si hay una guerra criminal, en algún lado se descubre una vacuna contra el cáncer. Aquí sucede muchísimo eso (sobre todo con las vacunas contra el cáncer, que habrán advertido a esta altura, cada vez que se avanza en el tema, hay un argentino involucrado).
Y lo segundo que me hace pensar que nos parecemos es que tenemos muchos defectos sociales, pero por algún motivo misterioso (o no tanto) nos sentimos orgullosos de ser argentinos. Tal vez eso sea así en todas partes del mundo, pero me da la impresión de que nos sucede a todos los americanos, del sur, del centro y del norte, con un poco más de fervor.

¿Y la reflexión de la democracia?

¡Momento, momento! La reflexión es que aunque Obama sea lo mismo de siempre, y haya ganado por ser una moda, lo bueno es poder votar, en todas partes del mundo. Aunque las que manden y pongan las reglas sean treinta empresas, lo bueno es votar, porque cada tanto aparece, sea donde sea, alguien que decide poner un poco de orden en medio del caos, desde el conocimiento, la habilidad y la conciencia social, y no por la fuerza y el capricho.

En fin, ganó Obama. Pero a nadie se le ocurra empezar a gritar “¡Argentina, Argentina!”, porque hay que aclararlo, Obama ganó en Estados Unidos.


MD, la ultraderecha de la izquierda.

miércoles, noviembre 05, 2008

¡ATENCIÓN!

La genial Adriana Menendez es una espléndida escritora. Basta con entrar a su blog y allí uno podrá notar su calidad narrativa.
Menendez, que es una persona muy querida en este blog y que siempre se toma la molestia de pasar y dejar un mensaje, ha escrito dos libros: "Un Poquito de Smog", y "Maquiavelos y Estafados".
Pero ojo, no se queda ahí y vuelve a editar una nueva obra: "Huracán en la Garganta".

Ya el título es muy prometedor.

¡Pero ese no es el punto!

El punto es que mañana jueves, a las 19 horas en la librería Eterna Cadencia, sita en la calle Honduras 5574, la señorita Menendez se apersonará, y presentará "Huracán en la Garganta" en persona (ya desestimó transmitir "desde casa, que es más cómodo. Total viste que ahora todo es tecnología y chingui - chingui") -Nota Legal: Adriana Menendez puede no haber dicho eso-, con artistas invitados, como el señor Fernando Sánchez Sorondo, y su hijo Gabriel, que interpretarán temas de Tom Waits y Discépolo, en una combinación más que polémica.

Por lo tanto, mañana si todo sale bien, iremos a verla a Adriana Menendez. Y todos los que pasen por aquí y consideren que les gusta la buena lectura, lo van a pasar muy bien, porque Adriana es una escritora estupenda. Y si no les gusta la lectura (cosa muy extraña) el consejo es este: si usted es mujer, vaya a ver si pica algo, que siempre hay tipos medio interesantes; y si usted es hombre vaya a verla a Adriana que es monísima.

Así que mañana jueves 6 de noviembre en Honduras 5574, Adriana Menendez presenta su nuevo libro "Huracán en la Garganta"